La interiorización de nuestra fe es uno de los elementos decisivos para que la gracia que Dios nos concede se despliegue abundantemente en nuestra vida. Cuando yo estaba apenas empezando mi camino de seguimiento de Cristo, leí una frase de un místico, que decía:
«Aunque Jesús hubiera nacido mil veces en Belén, pero no en ti, aún estarías perdido.»