La ascesis (Parte 3)

“Coloca, Señor, una guardia en mi boca, un centinela a la puerta de mis labios” (Sal 141,3)

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El combate contra nuestras inclinaciones desordenadas no puede limitarse únicamente a la esfera de los sentidos, que han de ser refrenados para que no nos debiliten e incluso nos dispongan más fácilmente al pecado. La ascética debe aplicarse también a las inclinaciones desordenadas a nivel mental y espiritual, porque también éstas afectan al alma.

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