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En la meditación de ayer, habíamos reflexionado sobre el enceguecimiento de Lucifer, tal como se lo describe en el capítulo 28 del profeta Ezequiel, refiriéndose al rey de Tiro: “Tu belleza te hizo altanero, corrompiste tu sabiduría por causa de tu esplendor. Y yo te precipité por tierra.” –dice el versículo 17. La ceguera de Lucifer continúa, y ahora él intenta de todas las maneras posibles engañar a los hombres e involucrarlos en su propia rebelión contra Dios. Por lo general, él oculta sus verdaderas intenciones, para poder influenciar más fácilmente a las personas. En el caso extremo, su influjo puede llegar hasta una posesión.