En la última meditación, señalé que, de ser posible, se evite el contacto con aquellas personas que nos superan en dinamismo, en cuanto hayamos comprobado que nos influencian negativamente y no podemos resistirles lo suficiente. Vale insistir en que esto no es ser cobardes, sino reconocer prudentemente la propia debilidad. En este contexto, hay que decir que es necesario hacer una distinción, porque también existe en el hombre la tendencia a evadir todo conflicto, para protegerse a sí mismo y procurar una falsa armonía. En este caso, sí podría ser cobardía, y ésta debe superarse necesariamente en Cristo, porque puede llevar incluso a la negación del Señor.