En la última meditación, habíamos tratado el tema de los respetos humanos, y habíamos visto cómo esta carencia de libertad pesa sobre nosotros y opaca el testimonio de una vida liberada en Cristo. Pero los respetos humanos no solamente nos afectan y limitan a nivel personal, afectando sólo indirectamente a las otras personas; sino que pueden llevar al pecado. Por ejemplo, nuestra fe católica nos llama a profesar las verdades que corresponden a ella. Pero si estamos atados por los respetos humanos, hay un gran peligro de que no confesemos nuestra fe. Esto puede significar que, en el momento en que se nos exige un testimonio, negamos al Señor.