Lc 12,13-21
En aquel tiempo, uno de los presentes dijo a Jesús: “Maestro, di a mi hermano que reparta la herencia conmigo.” Él le respondió: “¡Hombre! ¿Quién me ha constituido juez o repartidor entre vosotros?” Y añadió: “Guardaos muy bien de toda codicia, porque las riquezas no garantizan la vida de un hombre, por muchas que tenga.”

Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el viñador. Todo sarmiento que en mí no da fruto, lo corta, y todo el que da fruto, lo limpia, para que dé más fruto. Vosotros estáis ya limpios gracias a la Palabra que os he anunciado. Permaneced en mí, como yo en vosotros. Lo mismo que el sarmiento no puede dar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid; así tampoco vosotros si no permanecéis en mí. Yo soy la vid; vosotros los sarmientos. El que permanece en mí y yo en él, ése da mucho fruto; porque separados de mí no podéis hacer nada. 
“¡Que se movilicen y suban las naciones al Valle de Josafat! Pues allí me sentaré yo para juzgar a todos los pueblos vecinos. Meted la hoz, porque la mies está madura; venid a pisar, que el lagar está lleno y las tinajas rebosan: tantos son sus delitos.” ¡Multitudes y multitudes en el Valle de la Decisión! Porque está cerca el Día de Yahvé en el Valle de la Decisión. El sol y la luna se oscurecen y las estrellas pierden su brillo. Yahvé ruge desde Sión, desde Jerusalén alza su voz: ¡el cielo y la tierra se estremecen!