Rom 2,1-11
Tú, que juzgas, quienquiera que seas, no tienes excusa, pues, al juzgar a otros, te condenas a ti mismo, ya que haces lo mismo que aquellos a quienes juzgas. Pero sabemos que Dios juzga conforme a la verdad a los que hacen semejantes cosas. Y si tú, que juzgas a los que cometen tales cosas, haces lo mismo que ellos, ¿piensas que vas a escapar al juicio de Dios? ¿O desprecias, tal vez, sus tesoros de bondad, paciencia y tolerancia, sin reconocer que esa bondad de Dios te impulsa a la conversión?