La Santa Misa y la Adoración eucarística
La fe restituye nuestra verdadera relación con Dios; y la Palabra de Dios la nutre, concediéndonos cada vez más profundamente la luz de la verdad y levantándonos. En el perdón de los pecados, Dios abre las puertas de su corazón de par en par para nosotros, y podemos experimentar su indecible misericordia. En el encuentro con el amor de Dios, que se nos da en el sacramento del Bautismo y de la Penitencia, el alma va sanando de las consecuencias de haberse alejado de Dios. Ya no vive sumida en tinieblas, y, a pesar de todos los combates que aún tiene que afrontar, ha hallado el camino para hacerse receptiva a la gracia de Dios y acoger así Su sanadora bondad. Es una vida realmente distinta la que ha empezado; una vida que le devuelve al hombre su originaria hermosura y dignidad.