El Espíritu Santo no solamente guía a la Iglesia y a los apóstoles en lo que refiere a la evangelización y a la doctrina de la fe; sino que Él es también el Maestro de nuestra vida interior. Después de haber vivido una auténtica conversión a Cristo, Él nos conduce hacia un auténtico y concreto seguimiento del Hijo de Dios. Bajo su suave influjo nos vamos transformando, y entonces pueden madurar en nosotros aquellos frutos del Espíritu sobre los que habíamos meditado antes de Pentecostés.
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El Espíritu Santo: el alma de la verdadera evangelización
Después de haber meditado los frutos del Espíritu Santo, no podemos cesar de alabar a la tercera Persona de la Santísima Trinidad. Precisamente en este día, en que descendió sobre nosotros de forma tan maravillosa, enviado por el Padre y el Hijo, nuestro corazón se eleva lleno de gratitud, por el consolador prometido por Jesús, que permanecerá siempre junto a nosotros. Por eso queremos seguir meditando sobre Él y aprender a comprenderlo y amarlo cada vez más.
Meditaciones sobre el Espíritu Santo: “La paciencia”
Amado Espíritu Santo, ¡que todos Tus frutos crezcan y maduren en nosotros, para que podamos glorificar a Aquél de quien todo procede y dar testimonio de Ti en el mundo! Para ello se requiere paciencia, porque estos frutos van madurando poco a poco, día tras día. Sobre todo necesitamos paciencia para el trato con las otras personas, sabiendo esperar a que ellas puedan acoger lo que Dios les tiene preparado.
Meditaciones sobre el Espíritu Santo: “La fidelidad”
Amado Espíritu Santo, Tú quieres que vivamos en fidelidad, y eso en una época en que la infidelidad parece haberse convertido en un estilo de vida. Es un arduo trabajo que tendrás que hacer, porque tantas personas ya no comprenden el sentido de la fidelidad, sea en el matrimonio, en las promesas que se pronuncian, en los votos religiosos, como en tantos otros aspectos… Muchas veces es necesario que volvamos a aprender lo que significa la fidelidad, la responsabilidad, la constancia y la estabilidad.
Meditaciones sobre el Espíritu Santo: “La modestia”
¡Qué adorno tan precioso es un alma modesta, oh Espíritu Santo; un alma en la que habita este fruto Tuyo! En ella se ha refrenado la apetencia desordenada y ha llegado a la calma. No piensa mucho en sí misma, y se contenta fácilmente con lo que recibe. No quiere estar en el centro de atención sino que quiere ocupar el sitio que Tú has previsto para ella. Por eso, en el alma modesta actúa el precioso don de la gratitud y el fruto de la humildad.
Meditaciones sobre el Espíritu Santo: “La bondad”
Espíritu Santo, con los dones que Tú infundes en nuestra alma, quieres hacer surgir todos los frutos que estamos meditando. Son verdaderos frutos que iluminan nuestra vida, son expresión de tu amor y permiten a los hombres tratarse unos a otros así como Jesús quiso:
Meditaciones sobre el Espíritu Santo: “La castidad”
Espíritu Santo, hoy te invoco de forma especial y pongo ante Ti un problema que oscurece la vida de tantas personas. Se ha perdido la sensibilidad por la castidad, y a muchos les parece que este término ha quedado sólo como una reliquia del pasado. Si se habla sobre la pureza, frecuentemente uno se choca con una total incomprensión, e incluso en la misma Iglesia podremos encontrarnos con personas que nos miran con lástima y nos consideran anticuados porque aún creemos en la castidad…
Meditaciones sobre el Espíritu Santo: “Luz en la oscuridad”
Ven, Espíritu Santo, ilumínanos, pues Tú eres la luz que esclarece nuestra oscuridad. Líbranos de toda nuestra ceguera espiritual, para que te reconozcamos mejor y en Tu luz podamos ver la verdad. Y es que hay una gran diferencia entre ver la realidad nada más en su dimensión natural, o saber reconocer en todo Tu obra.
Fiesta de la Ascensión del Señor: “La alegría de los discípulos“
Lc 24,46-53
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: “Está escrito que el Cristo debía padecer y resucitar de entre los muertos al tercer día y que se predicaría en su nombre la conversión para perdón de los pecados a todas las naciones, empezando desde Jerusalén. Vosotros sois testigos de estas cosas. Ahora voy a enviar sobre vosotros la Promesa de mi Padre.
Meditaciones sobre el Espíritu Santo: “La paz”
Amado Espíritu Santo, uno de tus frutos más maravillosos es el de la paz. Es una paz que el mundo no puede dar (cf. Jn 14,27), pero tampoco puede arrebatar. Se trata, entonces, de una paz distinta a la que usualmente conocemos; una paz que permanece.