“Habla, Señor, tu siervo escucha.” (1Re 3,9)
El Espíritu Santo nos recuerda todo lo que Jesús dijo e hizo (cf. Jn 14,26). Él mora en nosotros y nos aconseja para que apliquemos las enseñanzas de Jesús en las situaciones concretas de nuestra vida. A través del don de consejo, somos capaces de percibir la voz silenciosa del Espíritu Santo que habla a nuestro interior, y aprendemos a diferenciarla de aquellas otras voces que no proceden de Él. Vale aclarar que, para ello, se requiere de la capacidad de callar interiormente y de estar dispuestos a escapar del caos de tantas diversas opiniones y puntos de vista, procedentes tanto de nuestro interior como del exterior.