“Primicia de la sabiduría es el temor del Señor.” (Sal 111,10)
“Trabajad con temor y temblor por vuestra salvación.” (Fil 2,12)
El don de temor de Dios produce en el alma del hombre un fuerte rechazo hacia el pecado, que evitará minimizar o relativizarlo. Ésta es una de las primeras lecciones que el Espíritu Santo concede al alma que busca la santidad, para prepararla para la unificación con Dios. El amor ha despertado ya en el alma, y ella entiende que sólo el pecado puede separarla de Dios. Por eso trabaja con temor y temblor por su salvación.