Como fieles, estamos llamados a edificar nuestra vida sobre Dios, y no en el frágil fundamento de nuestra naturaleza humana. Nuestra seguridad, aquella que podrá resistir en todas las tormentas de la vida, está cimentada en su amor, en su Palabra, en su deseo de salvarnos. A través de la confianza y de la fe, ponemos nuestra seguridad en Dios, y así vivimos sobre una base sólida.