El permanecer en silencio ante el Señor Sacramentado, sea el Santísimo expuesto o el Sagrario, tiene un gran efecto en la profundización de la oración. Por eso, en el marco de estas meditaciones sobre el tema de la oración, conviene que le dediquemos dos días específicamente a la Adoración eucarística.
Showing all posts in febrero 2019
Preparación para la oración: recogimiento y silencio
La mejor preparación para orar, que es a la vez su fruto, es el enfoque de nuestra vida en Dios. Esto significa vivir en estado de gracia; es decir, en conformidad con la voluntad divina. Sólo así la oración podrá ser profundamente eficaz, y Dios podrá entrar en nuestro corazón. Nosotros, por nuestra parte, nos haremos cada vez más capaces de escuchar a Dios, de comprenderlo y buscarlo entrañablemente. No habrá que empezar cada vez quitando obstáculos fundamentales, que impiden el intercambio con Dios.
La oración (Introducción)
Después de haber hecho un paréntesis de tres días, queremos ahora retomar nuestro ciclo de espiritualidad. En esta ocasión, hablaremos sobre el tema de la oración. Sin ella, es imposible profundizar la relación con Dios, porque la oración es el diálogo vivo con el Señor; es la forma cómo Él nos habla. Por eso es una ilusión creer que basta con hacer buenas obras, y que, por lo demás, no nos hace falta el diálogo directo con Dios. Ciertamente hay vocaciones especiales, que cultivan la oración con una intensidad especial y le dedican toda su vida. Pero lo que cuenta para todos es que no se puede descuidar la oración.
Acerca del «Documento sobre la Fraternidad humana» (Parte III)
Una última vez volveré al tema del que hemos hablado los últimos dos días.
Pero, antes de entrar en materia, quisiera decir unas cuantas palabras:
Mi intención es poder transmitir, a través de las meditaciones diarias, tanto la recta doctrina de la Iglesia como también una sana formación espiritual. Lamentablemente ambos elementos son cada vez más difíciles de encontrar, puesto que, hoy en día, mucho ha quedado infectado por un espíritu modernista, que fácilmente se vuelve anticristiano. En este tiempo, hay pocos impulsos de parte de la Iglesia para profundizar la vida espiritual. Quizá algunas órdenes religiosas ni siquiera se den cuenta de que pierden su fuerza interior cuando ese “espíritu del modernismo” se adentra en ellas, queriendo que se adapten al mundo.
Acerca del «Documento sobre la Fraternidad humana» (Parte II)
La meditación de hoy se relaciona directamente con la de ayer, y sólo podrá entendérsela en el contexto de lo ya dicho.
No pretendo hacer una valoración general del Documento sobre la Fraternidad humana, firmada el 4 de febrero conjuntamente por el Papa Francisco y Gran Imán de Al-Azhar Ahmad Al-Tayyeb. Esto sería un asunto aparte, en el que habría que considerar muchos aspectos. Nosotros vamos a enfocarnos en esa frase específica que da lugar a malentendidos, y que toca un asunto de gran importancia, porque se relaciona con la misión de la Iglesia, sin cuyo cumplimiento Ella perdería su dimensión esencial.
Acerca del «Documento sobre la Fraternidad humana» (Parte I)
Al empezar el “ciclo de espiritualidad”, había mencionado que podría interrumpirlo en caso de que surgiese un asunto de actualidad, para esclarecerlo en el discernimiento de los espíritus. Esto es lo que haré en la meditación de hoy y de mañana.
El cuatro de febrero, el Papa Francisco y un imán musulmán firmaron una declaración conjunta sobre la fraternidad humana, que ha generado inquietud entre algunos fieles. Es un texto extenso, que podrá encontrarlo en el internet todo el que quiera estudiarlo con más detenimiento. Hay varios pasajes que causaron irritación, pero el énfasis estuvo en una frase en particular, que realmente debe ser clarificada.
La virtud de la justicia
“La justicia es la constante y firme voluntad de dar a cada uno lo que le corresponde.” (Santo Tomás de Aquino)
En esta sencilla definición, tenemos la base para la práctica de esta virtud cardinal. La justicia se dirige, en primer lugar, a Dios mismo, porque no hay nada que sea más justo que rendirle a Él el culto que le corresponde, como Creador y Padre: adoración, honor, gloria, gratitud, fiel cumplimiento de sus mandamientos, humilde y entregado servicio, confianza…
La virtud de la prudencia (Parte II)
“Sed prudentes como serpientes y mansos como palomas” (Mt 10,16)
Habíamos hablado ayer sobre la virtud de la prudencia, como don dado por Dios, que nosotros, por nuestra parte, debemos cultivar, para tomar las decisiones correctas y aplicarlas sensatamente y con los medios apropiados.
La virtud de la prudencia (Parte I)
“Porque es Yahvé quien da la sabiduría y de su boca brotan el saber y la prudencia.” (Prov 2,6)
La virtud de la prudencia suele considerarse como el “timón” de las otras virtudes, porque ella nos ayuda, en las circunstancias concretas, a aplicar la virtud que corresponda, de forma sabia y sensata. Con ella, aprendemos a discernir las cosas debidamente, y ella nos enseña cómo ponerlas en práctica apropiadamente.
Ascesis de los pensamientos (Parte II)
Ayer nos habíamos enfocado en mostrar la importancia de la ascesis de los pensamientos, para que podamos obtener el dominio sobre ellos, y ser nosotros quienes decidamos qué clase de atención le damos a cada pensamiento. Después nos habíamos centrado en la lucha contra los pensamientos malos, a los que hay que combatir decididamente para que no ganen terreno.