En el “ciclo de espiritualidad” que estamos recorriendo hasta el miércoles de ceniza, hemos tratado ya sobre la lucha con uno de los tres grandes enemigos, a los que nos enfrentamos en el camino de seguimiento de Cristo. Hablamos sobre aquel enemigo que habita en nosotros mismos, y que, a causa de nuestra naturaleza humana con sus malas inclinaciones, quiere apartarnos del camino del Señor, o, al menos, estorbarnos. Otro de nuestros grandes enemigos es el Diablo, que está siempre presto a atacarnos y quiere utilizar a los otros dos enemigos como camuflaje: nuestra naturaleza caída y la atracción del mundo.