Quien se haya adentrado en la oración del corazón por un buen tiempo, y la practique con regularidad, podrá experimentar la dicha de que esta oración se va haciendo presente en el corazón. Se vuelve fácil retirarse a esa „celda interior“ que se ha formado gracias a la oración, en aquellos momentos en que la bulla de afuera estorba y estamos más expuestos a la dispersión.