La oración es una de esas maravillas que podemos gozar ya en esta vida, porque ella es una escalera por la cual Dios baja a nosotros y nosotros subimos a Él. Pero esto no significa que nuestra vida de oración esté exenta de los esfuerzos que corresponden a nuestra existencia terrenal. Por eso tenemos que soportar todo tipo de disturbios. Pero Dios, en Su sabiduría, se vale de todo ello.