Después de haber hecho un paréntesis de tres días, queremos ahora retomar nuestro ciclo de espiritualidad. En esta ocasión, hablaremos sobre el tema de la oración. Sin ella, es imposible profundizar la relación con Dios, porque la oración es el diálogo vivo con el Señor; es la forma cómo Él nos habla. Por eso es una ilusión creer que basta con hacer buenas obras, y que, por lo demás, no nos hace falta el diálogo directo con Dios. Ciertamente hay vocaciones especiales, que cultivan la oración con una intensidad especial y le dedican toda su vida. Pero lo que cuenta para todos es que no se puede descuidar la oración.