“Si vivís según la carne, moriréis. Pero si con el Espíritu hacéis morir las obras del cuerpo, viviréis.” (Rom 8,13)
El desorden que quedó en el hombre a consecuencia del pecado original, ha de retornar al orden dispuesto por Dios, a través de Su gracia y nuestra cooperación. Es necesario refrenar sabiamente la rebelión de los sentidos y pasiones contra el espíritu.