Al esforzarnos por obtener la virtud de la fortaleza y estando dispuestos a dejarnos formar totalmente por Dios, estamos en buenas condiciones para que la conversión existencial desemboque en un concreto e intenso camino de seguimiento de Cristo. Normalmente el camino a recorrer es extenso, al menos si Dios ha dispuesto que nuestra vida concluya con un fin natural. Por eso, meditaremos también sobre otras virtudes y frutos del Espíritu, para que todo aquello que Dios nos ofrece como constante ayuda en el camino, lo integremos en nuestro seguimiento del Señor.