“El hombre es mi gran debilidad. Por eso tú debes ir en su busca con el mismo amor con que yo lo busco” (Palabra interior).
Tratemos de comprender estas palabras… El amor de nuestro Padre por nosotros nos resulta casi incomprensible. Un obispo de Italia, Mons. Salvatore Bocciacco (1938-2008), hizo suya la siguiente oración:
“Dios es mi papá. Me ama hasta la locura. Hace cosas maravillosas por mí. Confío en Él y me entrego completamente a Él. Por eso, quiero creer que cualquier cosa que ocurra, ya sea que me parezca hermosa o terrible, es una exquisita y tierna expresión de su amor por mí, y entonces digo: ‘¡Gracias papá!’”
¡Amor hasta la locura! Fueron las únicas palabras que el autor de esta oración pudo encontrar para describir la incomprensibilidad del amor de Dios. ¿Sigue siendo algo incomprensible para nosotros? Si llegamos a conocer mejor el ser de Dios, si comprendemos su amor desde dentro y nos dejamos llenar por él, ciertamente no. Cuando nuestras sombras ceden, siendo disipadas por el mismo amor del Padre, empezamos a ver; no sólo con los ojos exteriores, sino con los ojos de Dios mismo.
Nuestro Padre nos mira con un amor que supera con creces nuestra capacidad. Una y otra vez está dispuesto a pasar por alto nuestras faltas y nos brinda su mano. Así entendemos un poco la “debilidad de amor” que tiene frente a nosotros.
En efecto, nos tiene impresos en su Corazón y vivimos en él, de modo que, si se volviera contra nosotros, se volvería contra su propio Corazón. Es precisamente este amor el que nuestro Padre quiere inculcarnos, para que aprendamos a amar a los hombres como Él los ama.
“Sí, Padre, queremos amar así. Pero sólo lo lograremos por medio de tu amor. Para nosotros es imposible, pero para ti todo es posible. Por eso te pedimos tu amor, para que podamos amar como Tú.”