«Veritas liberabit vos» en un contexto anticristiano (Parte I)

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Antes de entrar en la última etapa de preparación para Pentecostés, en la cual nos enfocaremos en la Persona del Espíritu Santo, quisiera tocar el tema de un escrito, que hace pocos días fue publicado y firmado por varios cardenales y obispos, así como por científicos y otros profesionales. Dicho escrito, titulado Veritas liberabit vos (“La verdad os hará libres”), ha recibido bastante atención y ha provocado discusión. El autor del texto es el Arzobispo Carlo Maria Viganò, ex nuncio de los Estados Unidos.

En este escrito (puede encontrárselo bajo el siguiente enlace: https://veritasliberabitvos.info/llamamiento/), se advierte fuertemente de que la actual crisis del coronavirus podría ser utilizada por ciertos poderes políticos para llevar adelante el plan de instaurar una especie de gobierno mundial. En otro pasaje, se insiste en la libertad de la Iglesia frente a las autoridades civiles, y se hace énfasis en la autonomía de la Iglesia en sus asuntos.

A continuación, cito un extracto del texto:

“En base a los datos oficiales sobre la incidencia de la epidemia en el número de fallecimientos, tenemos motivos para creer que hay fuerzas interesadas en generar pánico entre la población con el único fin de imponer de modo permanente formas inaceptables de restricción de las libertades, control de las personas y vigilancia de sus movimientos. Esta forma de imposiciones antidemocráticas preludian de manera inquietante un Gobierno Mundial que escapa a todo control.”

Naturalmente un texto tal encuentra rápidamente el rechazo público, clasificándolo como una “teoría de conspiración”. De esta forma, se debilita el impacto de las afirmaciones, y se desacredita a los firmantes.

Aunque considero que el escrito tiene ciertos puntos débiles, y que pudo haber sido formulado con mayor prudencia y cuidado; constituye, no obstante, un paso valiente y justificado de algunos pastores de la Iglesia, con el fin de hacer notar los peligros que podrían amenazar a las personas.

Empecemos cuestionándonos si es posible que la actual crisis pandémica sea utilizada por ciertos poderes, para provocar desarrollos que perjudican a las personas y se oponen a los preceptos de Dios…

Y, aun antes de entrar a este cuestionamiento, preguntémonos: ¿Es que realmente pueden haber conspiraciones malignas?

La respuesta a esto último es un claro “sí”.

En la Sagrada Escritura encontramos muchos ejemplos de conspiraciones tales, para perseguir metas malvadas. Escuchamos, por ejemplo, sobre la conspiración contra San Pablo:

“Al amanecer, los judíos se confabularon y se comprometieron bajo anatema a no comer ni beber hasta que hubieran matado a Pablo. Eran más de cuarenta los comprometidos en esta conjuración. Estos, pues, se presentaron a los sumos sacerdotes y a los ancianos y les dijeron: «Bajo anatema nos hemos comprometido a no probar cosa alguna hasta que no hayamos dado muerte a Pablo. Vosotros por vuestra parte, de acuerdo con el Sanedrín, indicad al tribuno que os lo baje donde vosotros, como si quisierais examinar más a fondo su caso; nosotros estamos dispuestos a matarle antes de que llegue.»” (Hch 23,12-15)

También hay ejemplos históricos que atestiguan que, efectivamente, las conspiraciones para el mal existen. Pensemos, por ejemplo, en la Conferencia de Wannsee”, en la cual un grupo de líderes nazis determinaron la aniquilación sistemática de los judíos.

También debemos estar conscientes de que existen elementos de conspiración en las logias masónicas, cuyas metas frecuentemente no se dan a conocer abiertamente. El Papa León XIII escribió en el año 1894: “La masonería es una sociedad, cuya funesta presión pesa en particular sobre las naciones cristianas” (Praeclara gratulationis, León XIII). En las instrucciones de la “Alta Venditá”, que era como el gobierno central de la masonería europea en el siglo XIX, hay un extracto, considerado como auténtico por muchos historiadores, que dice lo siguiente: “El Papa, sea quien sea, jamás vendrá a nuestras sociedades secretas. Por eso, son las sociedades secretas las que deben dar el primer paso hacia el Papa y la Iglesia, con la intención de poner a ambos en cadenas.”

Si consideramos a la conspiración como una alianza o cooperación, incluso entre gobiernos, con un fin negativo, perjudicial para el hombre y hostil a Dios, entonces también podríamos decir que una cierta iniciativa, impulsada particularmente por el gobierno canadiense, es una “conspiración contra la vida”. Se trata de lo siguiente:

El gobierno liberal del Primer Ministro de Canadá, Justin Trudeau, publicó el miércoles una declaración conjunta en nombre de 59 naciones, que impulsará el acceso mundial a las “necesidades de salud sexual y reproductiva” [incluyendo anticoncepción y aborto], en respuesta a la pandemia del coronavirus.

«Hacemos un llamamiento a los gobiernos de todo el mundo, para que garanticen el acceso pleno e irrestringido a todos los servicios de salud sexual y reproductiva para todas las mujeres y adolescentes» –dice la declaración, publicada el 6 de mayo por Global Affairs Canada.

El gobierno de Trudeau es conocido por promover agresivamente el aborto a nivel internacional, prometiendo 7.1 billones de dólares para financiar y promover el aborto como parte de su ayuda internacional hasta 2030, y por poner el acceso mundial al aborto y a los «derechos reproductivos sexuales» en el centro de su política exterior.

La «Declaración sobre la protección de la salud y los derechos sexuales y reproductivos y la promoción de la respuesta de género en la crisis de COVID 19» del Ministerio de Asuntos Mundiales de Canadá fue emitida por ministros de 37 países en nombre de los «pueblos y gobiernos de 58 naciones». (Fuente: LifeSiteNews)

Para decirlo sin rodeos: Podemos llamar a esto una conspiración para difundir la cultura de la muerte, que, bajo términos y declaraciones falsos, apoya el asesinato de millones de niños inocentes. Esta es la realidad objetiva, independientemente de si los gobiernos estén o no plenamente conscientes de ello. Como firmantes, están involucrados en esta acción anticristiana.

Los signatarios son: Alemania, Argentina, Australia, Albania, Bélgica, Bolivia, Bosnia y Herzegovina, Cabo Verde, Canadá, Chipre, Dinamarca, España, Finlandia, Fiji, Francia, Grecia, Guinea, Italia, Letonia, Líbano, Liberia, Luxemburgo, Madagascar, Montenegro, Países Bajos, Macedonia del Norte, Namibia, Noruega, Nueva Zelandia, Portugal, Reino Unido, República Checa, Rumania, Serbia, Sudáfrica, Suecia y Suiza.

La declaración también se la hizo en nombre de: Armenia, Austria, Bulgaria, Costa Rica, Croacia, Ecuador, Estonia, Georgia, Irlanda, Islandia, Japón, Liechtenstein, Lituania, México, Moldova, Perú, República de Corea, Eslovenia, Túnez, Ucrania y Uruguay.

Una primera conclusión: las conspiraciones, o también los acuerdos políticos contra la vida de los seres humanos y por lo tanto contra Dios, tienen como trasfondo los poderes anticristianos, que “se han aliado contra el Señor y su Ungido” (Sal 2,2). ¡A menudo no estarán conscientes de ello! Sin embargo, actúan como instrumentos de los poderes satánicos y llevan a cabo sus planes, por lo cual están involucrados en un plan de conspiración del mal.

Por lo tanto, los valientes pastores que han firmado el escrito “Veritas liberabit vos” no son, de ningún modo, fanáticos obstinados en las teorías de conspiración; sino que se muestran como valientes pastores, que advierten que tenemos que seguir de cerca los acontecimientos actuales.

Incluso si una u otra formulación pudo haber sido articulada con más prudencia, vale más advertir que permanecer en silencio!