Conmemoración de los fieles difuntos: “Las benditas almas del purgatorio”

Lam 3,17-26

Me han arrancado la paz, y ni me acuerdo de la dicha; me digo: “Se me acabaron las fuerzas y mi esperanza en el Señor.” Fíjate en mi aflicción y en mi amargura, en la hiel que me envenena; no hago más que pensar en ello y estoy abatido. Pero hay algo que traigo a la memoria y me da esperanza: que la misericordia del Señor no termina y no se acaba su compasión: antes bien, se renuevan cada mañana: ¡qué grande es tu fidelidad! El Señor es mi lote, me digo, y espero en él. El Señor es bueno para los que en él esperan y lo buscan; es bueno esperar en silencio la salvación del Señor.

Después de la Solemnidad de Todos los Santos, sigue inmediatamente la conmemoración de los fieles difuntos. Ellos pertenecen a la así llamada “Iglesia purgante”; es decir, que son nuestros hermanos que aún están a la espera de alcanzar la visión beatífica de Dios, y se encuentran atravesando su última purificación.

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Solemnidad de Todos los Santos: “El llamado universal a la santidad”

Ap 7,2-4.9-14

Yo, Juan, vi a otro ángel que subía del Oriente con el sello del Dios vivo. Gritó entonces con voz potente a los cuatro ángeles a quienes se había encomendado causar daño a la tierra y al mar: “No causéis daño ni a la tierra ni al mar ni a los árboles, hasta que marquemos con el sello la frente de los siervos de nuestro Dios.” Pude oír entonces el número de los marcados con el sello: ciento cuarenta y cuatro mil sellados, de todas las tribus de los hijos de Israel. Después miré y pude ver una muchedumbre inmensa, incontable, que procedía de toda nación, razas, pueblos y lenguas. Estaban de pie delante del trono y del Cordero, vestidos con ropas blancas y llevando palmas en sus manos. Entonces se ponen a gritar con fuerte voz: “La victoria es de nuestro Dios, que está sentado en el trono, y del Cordero.” Y todos los ángeles que estaban de pie alrededor del trono, de los Ancianos y de los cuatro Vivientes, se postraron delante del trono, rostro en tierra, y adoraron a Dios diciendo: “Amén. Alabanza, gloria, sabiduría, acción de gracias, honor, poder y fuerza, a nuestro Dios por los siglos de los siglos. Amén.” Uno de los ancianos tomó la palabra y me dijo: “¿Quiénes son y de dónde han venido esos que están vestidos de blanco?” Yo le respondí: “Señor mío, tú lo sabrás.” Me respondió: “Esos son los que llegan de la gran tribulación; han lavado sus vestiduras y las han blanqueado con la sangre del Cordero.”

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Beata Isabel de Hungría: Religiosa por resignación y luego por decisión

La beata Isabel de Hungría —que, aunque sean parientes, no debe confundirse con Santa Isabel de Hungría, conocida también como Santa Isabel de Turingia— era hija del rey Andrés III. Quedó huérfana de madre a una edad temprana y tuvo que sufrir el duro yugo de una madrastra que la rechazaba: la reina Inés de Habsburgo. Estaba destinada a ser la esposa del príncipe Wenceslao de Bohemia. Sin embargo, cuando murió su padre, Isabel fue despojada de su herencia real y Wenceslao perdió interés en ella. Isabel fue encarcelada junto con su madrastra en el palacio real de Budapest, destinada ahora a ser la esposa del duque de Austria. Pero los acontecimientos tomaron otro rumbo…

Cuando asesinaron al padre de su madrastra, esta llevó a Isabel consigo y se dirigieron a Suabia para cobrar venganza. Una vez allí, la madrastra decidió que Isabel debía ingresar en un convento, aunque le permitió escogerlo libremente. Isabel, que entonces tenía 16 años, se resignó a su destino y escogió el convento dominico de Töss. La madrastra insistió en que tomara el hábito e hiciera los votos tras solo quince semanas de ingreso. La joven, heredera legítima al trono de Hungría, también cedió en esto.

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Beata Stefana: De vuelta a la verdadera Iglesia

Hoy hablaremos sobre una beata poco conocida en la Iglesia católica: la beata Stefana. Nació en el siglo XVII en el seno de una familia noble calvinista de Gex (Francia). En aquella época, había grandes tensiones entre los católicos y los protestantes de diversas denominaciones. Se cuenta que Stefana era una muchacha alegre y simpática, pero tan sumida en sus creencias erróneas que se burlaba de las costumbres y ceremonias de nuestra Iglesia, llena de desprecio y rechazo. A veces, se colaba en las iglesias católicas solo para hacer travesuras: por ejemplo, se lavaba las manos en la pila de agua bendita y cometía otras irreverencias similares.

Pero el Señor no dejó a Stefana en la confusión. Como no había nadie que le enseñara y le ayudara a reconocer la verdad, el Señor mismo intervino. En la fiesta del Corpus Christi, Stefana observaba desde su casa la procesión. Entonces, fue como si Cristo la mirara desde la custodia. De repente, un rayo celestial cayó sobre su alma, iluminándola y haciéndole reconocer con total claridad la verdad del catolicismo y la falsedad de la creencia que había profesado hasta entonces. En ese momento, su corazón se decidió instantáneamente a convertirse al catolicismo a cualquier precio y a servir fervientemente al Señor. Entonces, exclamó interiormente con el profeta: «Señor, conviérteme y seré toda tuya» (cf. Jr 31,18).

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La puerta estrecha

Lc 13,22-30

Mientras caminaba Jesús hacia Jerusalén, iba atravesando ciudades y pueblos enseñando. Uno le preguntó: “Señor, ¿son pocos los que se salvan?” Él les respondió: “Esforzaos por entrar por la puerta estrecha, porque os digo que muchos pretenderán entrar y no podrán. Cuando el dueño de la casa se levante y cierre la puerta, los que estéis fuera os pondréis a llamar a la puerta, diciendo: ‘¡Señor, ábrenos!’ Pero os responderá: ‘No sé de dónde sois.’ Entonces empezaréis a decir: ‘Hemos comido y bebido contigo, y has enseñado en nuestras plazas.’ Pero os volverá a decir: ‘No sé de dónde sois. ¡Apartaos todos de mí, malhechores!’ Allí será el llanto y el rechinar de dientes, cuando veáis a Abrahán, Isaac y Jacob y a todos los profetas en el Reino de Dios, mientras a vosotros os echan fuera. Y vendrán de oriente y occidente, del norte y del sur, y se pondrán a la mesa en el Reino de Dios. Pues hay últimos que serán primeros y hay primeros que serán últimos.”

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Si el mundo os odia…        

NOTA: Escucharemos hoy el evangelio de la fiesta de los apóstoles Simón y Judas según el leccionario tradicional.

Jn 15,17-25

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: “Esto os mando: que os améis los unos a los otros. Si el mundo os odia, sabed que antes que a vosotros me ha odiado a mí. Si fuerais del mundo, el mundo os amaría como cosa suya; pero como no sois del mundo, sino que yo os escogí del mundo, por eso el mundo os odia. Acordaos de las palabras que os he dicho: no es el siervo más que su señor. Si me han perseguido a mí, también a vosotros os perseguirán. Si han guardado mi doctrina, también guardarán la vuestra. Pero os harán todas estas cosas a causa de mi nombre, porque no conocen al que me ha enviado. Si no hubiera venido y les hubiera hablado, no tendrían pecado. Pero ahora no tienen excusa de su pecado. El que me odia a mí, también odia a mi Padre. Si no hubiera hecho ante ellos las obras que ningún otro hizo, no tendrían pecado; sin embargo, ahora las han visto y me han odiado a mí, y también a mi Padre. Pero tenía que cumplirse la palabra que estaba escrita en su Ley: ‘Me odiaron sin motivo’.” leer más

Guiados por el Espíritu de Dios

Rom 8,12-17

Hermanos míos, nosotros no somos deudores de la carne para vivir según la carne, pues, si vivís según la carne, moriréis. Pero si con el Espíritu hacéis morir las obras de la carne, viviréis. En efecto, todos los que se dejan guiar por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Y vosotros no habéis recibido un espíritu de esclavos para recaer en el temor; antes bien, habéis recibido un espíritu de hijos adoptivos que nos hace exclamar: ¡Abbá, Padre! El Espíritu mismo se une a nuestro espíritu para dar testimonio de que somos hijos de Dios. Y, si somos hijos, también somos herederos: herederos de Dios y coherederos de Cristo, si compartimos sus sufrimientos, para ser también con él glorificados.

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Permanecer en la humildad

NOTA: Los días en que no se conmemore a un santo específico, volveremos a las lecturas del día.

Lc 18,9-14

En aquel tiempo, dijo Jesús la siguiente parábola a algunos que se tenían por justos y despreciaban a los demás: “Dos hombres subieron al templo a orar: uno fariseo y otro publicano. El fariseo, de pie, oraba en su interior de esta manera: ‘¡Oh Dios! Te doy gracias porque no soy como los demás hombres: rapaz, injusto y adúltero; ni tampoco como este publicano. Ayuno dos veces por semana y doy el diezmo de todas mis ganancias.’ En cambio el publicano, manteniéndose a distancia, no se atrevía ni a alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho y decía: ‘¡Oh Dios! ¡Ten compasión de mí, que soy pecador!’ Os digo que éste regresó a su casa justificado, y aquél no. Porque todo el que se ensalce será humillado, y el que se humille será ensalzado.”

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Santos Crisanto y Daría: Dos santos castos con un protector especial

Cuando empezamos a conocer las vidas de los santos, no pocas veces nos encontramos con historias extraordinarias. Éste es el caso de los santos Crisanto y Daría, mártires de los primeros siglos, cuya memoria se celebra hoy de acuerdo con un calendario litúrgico antiguo.

San Crisanto era hijo de padres paganos. Su padre, Polemio, era senador en Alejandría y gozaba de tal alta estima por parte del emperador Numeriano que éste lo llevó consigo a Roma y lo nombró su consejero.

A Crisanto le gustaba mucho leer, y fue así como se encontró con la Sagrada Escritura, que le conmovió profundamente. Sabía que lo que aquí había encontrado era la verdad, aunque aún no pudiera comprenderlo todo. Buscó consejo en la comunidad cristiana y así se encontró con Carpóforo, un erudito y santo sacerdote. Él le explicó todo lo que deseaba saber y, con la ayuda de Dios, consiguió que Crisanto reconociera la falsedad de los dioses paganos y la verdad de la fe cristiana. Así, recibió el bautismo en secreto.

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San Rafael, Arcángel

De acuerdo con el calendario tradicional, hoy se celebra la fiesta del Arcángel San Rafael. Sin duda, es mucho más difícil describir a un ángel que la vida de un santo. Estas últimas suelen estar bien documentadas y son más accesibles para nosotros, los seres humanos. No obstante, deberíamos familiarizarnos más con nuestros fieles amigos en el cielo, sin por ello dejar que nuestra imaginación nos lleve demasiado lejos.

No es raro oír hablar de los ángeles en el ámbito esotérico. Sin embargo, si no se aplica un discernimiento claro de los espíritus, es fácil que nuestra propia imaginación nos sugiera ideas ilusorias sobre los ángeles que no se ajustan a la realidad o incluso que el diablo nos engañe. No podemos pasar por alto el hecho de que los demonios siguen teniendo una naturaleza angélica y, por tanto, están provistos de una inteligencia superior a la nuestra, de manera que les resulta fácil inducir a error a las personas que no están firmemente arraigadas en la auténtica fe. Por eso, antes de hablar del Arcángel San Rafael, conviene recordar lo que la Iglesia nos enseña sobre estos seres maravillosos. Así tendremos criterios para identificar mejor a los ángeles fieles.

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