María: Esposa del Espíritu Santo

Descargar MP3

Amada Virgen: ¡Cuántas manifestaciones del amor resplandecen en ti! En relación con el Padre, te vemos como una amorosa hija; para el Hijo eres madre y discípula; al Espíritu Santo te une un amor esponsal.

Si ya aquí, en nuestra realidad terrenal, nos conmueve el tierno amor de una esposa humana, y podemos observar cómo ella florece y le dirige todo su corazón y su atención a su esposo, ¡cuánto más sucede así contigo, siendo así que tu Esposo es el Espíritu Santo mismo!

leer más

María: Madre del Hijo

Descargar MP3

¡Cuán excelsa es la elección que te fue concedida, amada Madre de nuestro Señor Jesucristo!

Con asombro constatamos que no sólo te fue confiado el mismo Hijo de Dios; sino también todos aquellos que le pertenecen y entonan el cántico de los redimidos (cf. Ap 14,3). Y más aún: tú eres Madre de todos los hombres, y te conviertes en luz y consuelo para los que retornan a casa.

leer más

El vínculo matrimonial (Parte II)

Mt 19,3-12

Se le acercaron a Jesús unos fariseos que, para ponerle a prueba, le preguntaron: “¿Puede uno repudiar a su mujer por un motivo cualquiera?” Él respondió: “¿No habéis leído que el Creador, desde el comienzo, los hizo varón y mujer, y que dijo: ‘Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre y se unirá a su mujer, y los dos se harán una sola carne’? De manera que ya no son dos, sino una sola carne. Pues bien, lo que Dios unió no lo separe el hombre.”

leer más

El vínculo matrimonial (Parte I)

Mt 19,3-12

Se le acercaron a Jesús unos fariseos que, para ponerle a prueba, le preguntaron: “¿Puede uno repudiar a su mujer por un motivo cualquiera?” Él respondió: “¿No habéis leído que el Creador, desde el comienzo, los hizo varón y mujer, y que dijo: ‘Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre y se unirá a su mujer, y los dos se harán una sola carne’? De manera que ya no son dos, sino una sola carne. Pues bien, lo que Dios unió no lo separe el hombre.”

leer más

El Señor va por delante

Jos 3,7-10a.11.13-17

En aquel tiempo, el Señor dijo a Josué: “Hoy mismo voy a empezar a engrandecerte a los ojos de todo Israel, para que sepan que, lo mismo que estuve con Moisés, estoy contigo. Tú darás esta orden a los sacerdotes que llevan el arca de la alianza: ‘En cuanto lleguéis a la orilla del agua del Jordán, os detendréis allí.’”

leer más

La vocación especial de Moisés

Dt 34,1-12

Moisés subió de las Estepas de Moab al monte Nebo, a la cima del Pisgá, frente a Jericó, y el Señor le mostró la tierra entera: de Galaad hasta Dan, todo Neftalí, el territorio de Efraím y Manasés, todo el territorio de Judá hasta el mar Occidental, el Negueb, la comarca del valle de Jericó, ciudad de las Palmeras, hasta Soar. Y el Señor le dijo: “Esta es la tierra que prometí bajo juramento a Abraham, a Isaac y a Jacob, cuando les dije que se la daría a su descendencia. Te he dejado verla con tus propios ojos, pero no entrarás en ella”.

leer más

Dar sin calcular

2Cor 9,6-10

El que siembra tacañamente, tacañamente cosechará; el que siembra generosamente, generosamente cosechará. Cada uno dé como haya decidido su conciencia: no a disgusto ni por compromiso; porque al que da de buena gana lo ama Dios. Tiene Dios poder para colmaros de toda clase de favores, de modo que, teniendo siempre lo suficiente, os sobre para obras buenas.

leer más

Dios es nuestra alabanza

Dt 10,12-22

Moisés habló al pueblo, diciendo: «Ahora, Israel, ¿qué es lo que te exige el Señor, tu Dios? Que temas al Señor, tu Dios, que sigas sus caminos y lo ames, que sirvas al Señor, tu Dios, con todo el corazón y con toda el alma, que guardes los preceptos del Señor, tu Dios, y los mandatos que yo te mando hoy, para tu bien. Cierto: del Señor son los cielos, hasta el último cielo, la tierra y todo cuanto la habita; con todo, sólo de vuestros padres se enamoró el Señor, los amó, y de su descendencia os escogió a vosotros entre todos los pueblos, como sucede hoy.

leer más

El Padre atrae a los hombres

Jn 6,44-51

En aquel tiempo, los judíos comenzaron a murmurar de Jesús, porque había dicho: “Yo soy el pan que ha bajado del cielo.” Y se preguntaban: “¿No es éste Jesús, hijo de José, cuyo padre y madre conocemos? ¿Cómo puede decir ahora: ‘He bajado del cielo’? Jesús les respondió: “No murmuréis entre vosotros. Nadie puede venir a mí, si el Padre que me envía no lo atrae; y yo le resucitaré el último día.

leer más