«Quien ora ciertamente se salva, quien no ora ciertamente se condena» (San Alfonso María de Ligorio).
Los maestros de la vida espiritual no se cansan de insistir en la importancia de la oración. Es el «gran diálogo con Dios», como lo llama santa Teresa de Ávila. En la frase de hoy, san Alfonso nos la recomienda vivamente y llega a asegurar que si no oramos, nos condenamos. Él sabe muy bien que, una vez que se descuida la oración —lo cual ya es una tentación en sí mismo—, llegarán todo tipo de tentaciones y nos resultará cada vez más difícil oponerles resistencia.
