EL PONTIFICADO ACTUAL: Una situación dolorosa

NOTA: Este escrito será más comprensible habiendo leído mis previas publicaciones sobre este tema[1]. Quiero recalcar una vez más que aquí expongo mi punto de vista personal. Aunque sé que hay personas que comparten esta opinión, soy sólo yo el responsable del texto que sigue a continuación.

Introducción

¡Con cuánta alegría entré a la Iglesia Católica en la Fiesta de la Asunción de la Virgen en el año 1980! Tres años después de mi conversión, había encontrado el camino a la Iglesia Católica, reconociéndola como la verdadera Iglesia de Cristo. La necesidad del ministerio petrino me resultaba muy comprensible. Me complacía mucho en los pronunciamientos de los papas Juan Pablo II y Benedicto XVI, y tenía gran confianza en ellos.

Aunque hubo varios puntos cuestionables en sus Pontificados[2] –sobre todo viéndolos en retrospectiva–, y aunque a nivel general tenía la impresión de que el diálogo con las otras religiones estaba siendo llevado con demasiada apertura; estos dos papas representaban la preservación de la ortodoxia.

Sin embargo, no se puede pasar por alto el hecho de que ya en ese entonces existía en la Iglesia una fuerte tendencia, que –quizá con cierta imprecisión– podría denominarse bajo el concepto de “modernismo”. Los representantes de esta corriente esperaban que, al adaptarse más a la forma de pensar y actuar del mundo, la Iglesia obtendría un mayor dinamismo. Pero los dos papas mencionados anteriormente frenaron el desarrollo de esta tendencia.

 

El Pontificado de Francisco

Esta situación cambió cuando el Papa Francisco fue elegido Sumo Pontífice de la Iglesia Católica. En lugar de que el ministerio petrino siguiera siendo una roca firme contra el peligroso avance del modernismo, se abrieron las puertas a su influencia.

Aunque en los primeros años yo siempre había defendido al Papa actual, empecé a notar que, poco a poco, algo estaba cambiando en la amada Iglesia del Señor, y cada vez más percibía que estos cambios traían un oscurecimiento. Cuando se publicó la exhortación postsinodal “Amoris Laetitia” y el Papa se sustrajo de responder a las “Dubia” de los cuatro cardenales, me quedó claro que había emprendido un rumbo equivocado. Como escribí en otra publicación[3], “Amoris Laetitia” planteó una encrucijada: uno debía decidir si seguía los pronunciamientos doctrinales previos o el nuevo camino tomado en este Pontificado.

 

Pronunciamientos confusos del Vaticano

Puesto que este proceso de oscurecimiento va en aumento, he decidido advertir claramente sobre los desarrollos del Pontificado actual, porque provocan gran daño a los fieles y a la misión de la Iglesia. Como católico, que ama y respeta el ministerio petrino, esto no me resulta fácil. Pero hay circunstancias (y lamentablemente se han dado) en las cuales el silencio o incluso una crítica demasiado tímida e indirecta, favorece a los poderes de las tinieblas, que han adquirido una influencia masiva sobre la jerarquía de la Iglesia.

 

Un episcopado mudo o cómplice enceguece cada vez más

Resulta alarmante ver cuán pocos pastores de la jerarquía de la Iglesia alzan su voz y cómo la inmensa mayoría de los obispos y cardenales simplemente dejan que el Papa continúe en su rumbo o incluso le siguen. De esta manera, se vuelven cada vez más ciegos espiritualmente, de modo que difícilmente podrán percibir cuando los gobernantes anticristianos o el mismo Anticristo predicho en la Escritura se aprovechen de la Iglesia para llevar a cabo sus oscuros planes. En este contexto, recomendaría leer mi escrito titulado “El gran engaño”[4].

El hecho de que no se haya rechazado la declaración de Abu Dhabi[5], que se haya guardado silencio o incluso defendido el culto público a la Pachamama en los Jardines Vaticanos[6], que no se haya ofrecido resistencia al ataque a la Misa Tradicional[7], que no se haya denunciado como contrarias a la doctrina de la Iglesia las declaraciones recientes del Papa sobre la comunión de los santos[8]… Todo ello muestra que la ceguera está bastante avanzada.

 

Peligros del actual Pontificado

Yo veo un peligro grande que emana del Pontificado de Francisco. Las personas están siendo confundidas y cada vez saben distinguir menos lo que es católico de lo que no lo es. La ambivalencia en el ejercicio de su ministerio es una situación dolorosa, que para muchos fieles se ha vuelto difícil de soportar y para algunos incluso intolerable.

En cierto sentido, se está poniendo de cabeza el ministerio que Dios ha encomendado al Papa. Él, que está llamado a ser una roca (Mt 16,18) y a confirmar a sus hermanos en la fe (Lc 22,32), se está dejando involucrar al servicio de las fuerzas de la destrucción. Desde un punto de vista espiritual, esto significa que en cuestiones esenciales la cabeza de la Iglesia está sometida a la influencia de Lucifer, el cual ha entrado en una malsana “simbiosis” con el pensamiento humano. Precisamente porque el Papa utiliza un lenguaje religioso, a los fieles les resulta aún más difícil discernir las cosas. No obstante, es necesario hacerlo, si uno no quiere ser arrastrado por la vorágine del error y de las verdades a medias, o incluso dejarse atrapar en una especie de fascinación negativa. Quien justifique todo lo que diga el Papa, sin ponerlo en la balanza de la verdad, contribuye a la confusión de los fieles.

No se puede acatar un error, ni prestar obediencia a una autoridad que induzca a error, sea quien sea. Con dolor, nos vemos confrontados al hecho de que la catolicidad y universalidad de la Iglesia están siendo aprovechadas para difundir errores devastadores, que socavan la auténtica fe.

 

Por tanto, hace falta una resistencia adecuada.

El primer medio al que hemos de recurrir es la oración y el camino de la santidad, con una adhesión inquebrantable a la verdad, tal como ha sido enseñada y transmitida por la Iglesia a lo largo de los siglos. Quien emprenda este camino está siendo un apoyo para la Iglesia.

Al mismo tiempo, estamos llamados a orar por aquellos que, con sus errores, ponen en peligro su propia alma y la de otros. ¡Pero no podemos seguirles! Quien se vea llamado a alzar su voz, que cobre ánimo y advierta.

¡El Señor velará por los suyos! Si los fieles tuviesen que huir por un tiempo al desierto (cf. Ap 12,6), porque la Cátedra de Pedro está bajo la ocupación de otros poderes, entonces estarán bajo la protección especial de la Virgen María.

Pero no sólo se trata de protegerse a sí mismo de este “falso espíritu”; sino también de desenmascararlo y combatirlo de manera correcta.

En todo caso, no se puede seguir a ningún “ciego y guía de ciegos” (Mt 15,14).

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[1] Todos mis escritos sobre la situación actual de la Iglesia están publicados en el blog de Balta-Lelija: http://es.elijamission.net/blog/

[2] Por ejemplo, el encuentro interreligioso en Asís convocado por el Papa Juan Pablo II en 1986.

[3] “Amoris Laetitia: pregunta delicada pero determinante” (Parte I): http://es.elijamission.net/blog-post/amoris-laetitia-pregunta-delicada-pero-determinante-parte-i/

“Amoris Laetitia: pregunta delicada pero determinante” (Parte II): http://es.elijamission.net/blog-post/amoris-laetitia-pregunta-delicada-pero-determinante-parte-ii/

“Amoris Laetitia: pregunta delicada pero determinante” (Parte III): http://es.elijamission.net/blog-post/amoris-laetitia-pregunta-delicada-pero-determinante-parte-iii/

[4] http://es.elijamission.net/blog-post/el-gran-engano/

[5] El “Documento sobre la Fraternidad humana por la paz mundial y la convivencia común” firmado conjuntamente por el Papa Francisco y el Gran Imán de Al-Azhar Ahmad Al-Tayyeb contiene un enunciado particularmente crítico, que representa un golpe mortal a la misión de la Iglesia: “El pluralismo y la diversidad de religión, color, sexo, raza y lengua son expresión de una sabia voluntad divina, con la que Dios creó a los seres humanos.”

[6] En el marco del Sínodo de la Amazonía, en octubre de 2019, tuvo lugar una ceremonia religiosa en los Jardines del Vaticano, en presencia del Papa Francisco y de varios obispos y cardenales, en la que se veneró una representación de la Pachamama. La misma fue llevada en procesión por dos obispos al Salón del Sínodo y también fue colocada frente a la Tumba de San Pedro.

[7] El 16 de julio de 2021 el Papa Francisco publicó el Motu Proprio “Traditionis Custodes”, restringiendo estrictamente la celebración de la Misa Tradicional, que durante siglos fue el alimento espiritual de los fieles católicos y de tantos santos. (https://www.vatican.va/content/francesco/es/motu_proprio/documents/20210716-motu-proprio-traditionis-custodes.html)

[8] En la audiencia general del 2 de febrero de 2022, el Papa Francisco hizo la siguiente declaración, que contradice claramente a la doctrina de la Iglesia: “’Padre, pensemos en aquellos que han renegado de la fe, que son apóstatas, que son los perseguidores de la Iglesia, que han renegado su bautismo: ¿también estos están en casa?’. Sí, también estos, también los blasfemos, todos. Somos hermanos: esta es la comunión de los santos.” (https://www.vatican.va/content/francesco/es/audiences/2022/documents/20220202-udienza-generale.html)