La gloria de Dios y el honor de Santa Juana de Arco

Como dije en la meditación de ayer, no quiero dejar de referirme a Santa Juana de Arco. El 30 de mayo de 1431 fue el día de su martirio, cuando fue quemada públicamente como bruja en la plaza de mercado de Rouen (Francia). Os invito cordialmente a escuchar la audionovela que hicimos en su honor, en la cual se puede obtener una buena impresión sobre la misión de esta santa: https://www.youtube.com/watch?v=dE3SJZIdmJs&feature=youtu.be.

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La Santísima Trinidad

Rom 8,14-17

Hermanos: todos los que se dejan guiar por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Y vosotros no habéis recibido un espíritu de esclavos para recaer en el temor; antes bien, habéis recibido un espíritu de hijos adoptivos que nos hace exclamar: ¡Abbá, Padre! El Espíritu mismo se une a nuestro espíritu para dar testimonio de que somos hijos de Dios. Y, si somos hijos, también somos herederos: herederos de Dios y coherederos de Cristo, si compartimos sus sufrimientos, para ser también con él glorificados.

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María: Sede de la Sabiduría

Sir 51,12-20

Doy gracias y alabo y bendigo el nombre del Señor. Cuando aún era joven, antes de viajar por el mundo, busqué sinceramente la sabiduría en la oración. A la puerta del templo la pedí, y la busqué hasta el último día. Cuando floreció como racimo maduro, mi corazón se alegró. Entonces mi pie avanzó por el camino recto, desde mi juventud seguí sus huellas.

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El Templo precisa de una purificación

Mc 11,11-25

En aquel tiempo, Jesús entró en Jerusalén en el Templo; y después de observar todo atentamente, como ya era hora tardía, salió para Betania con los doce. Al día siguiente, cuando salían de Betania, sintió hambre. Viendo de lejos una higuera que tenía hojas, se acercó por si encontraba algo en ella, pero cuando llegó no encontró más que hojas, porque no era tiempo de higos. Y la increpó: “Que nunca jamás coma nadie fruto de ti.” Y sus discípulos lo estaban escuchando. 

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Sana mi ceguera

Mc 10,46-52 

En aquel tiempo, al salir Jesús de Jericó acompañado de sus discípulos y de una gran muchedumbre, coincidió que el hijo de Timeo (Bartimeo), un mendigo ciego, estaba sentado junto al camino. Al enterarse de que era Jesús de Nazaret, se puso a gritar: “¡Hijo de David, Jesús, ten compasión de mí!” Muchos le increpaban para que se callara. Pero él gritaba mucho más: “¡Hijo de David, ten compasión de mí!”

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El santo sonriente

Fil 4,4-9

Lectura correspondiente a la memoria de San Felipe Neri 

Estad siempre alegres en el Señor; os lo repito, estad siempre alegres. Y que todos conozcan vuestra clemencia. El Señor está cerca. No os inquietéis por cosa alguna; antes bien, en toda ocasión, presentad a Dios vuestras peticiones, mediante la oración y la súplica, acompañadas de la acción de gracias. Y la paz de Dios, que supera toda inteligencia, custodiará vuestros corazones y vuestras mentes en Cristo Jesús.

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La generosidad de Dios

Sir 35,1-15

Observar la ley es hacer muchas ofrendas, guardar los mandamientos es hacer sacrificios de comunión. Devolver un favor es hacer oblación de flor de harina, hacer limosna es ofrecer sacrificios de alabanza. Apartarse del mal es complacer al Señor, un sacrificio de expiación es apartarse de la injusticia. No te presentes ante el Señor con las manos vacías, pues así lo prescriben los mandamientos.

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El gran evangelizador

Después de las meditaciones sobre el Espíritu Santo, retomamos ahora nuestras acostumbradas reflexiones en base a las lecturas bíblicas del día. Espero que se hayan unido algunos nuevos oyentes, gracias a las últimas publicaciones en YouTube. A lo largo del año, con diversas ocasiones, podríamos preparar series de meditaciones similares a esta preparación para Pentecostés. Por lo demás, tengo pensado –de ser posible– grabar una vez al mes una conferencia con un tema espiritual para el canal de YouTube (Elijerusalem).

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Pentecostés: el gran suceso

¡Ahora has descendido, Amado Espíritu Santo! En esta ocasión, llegaste en la tormenta, en una “impetuosa ráfaga de viento” (cf. Hch 2,2); y no en una “suave brisa” como cuando te manifestaste a tu amigo, el Profeta Elías (cf. 1Re 19,11-13). A él te mostraste más escondida y suavemente, así como sueles actuar en las almas de aquellos que te dejan entrar. Pero hoy, en el acontecimiento de Pentecostés, fue distinto… ¡Cuán maravilloso y convincente fue tu actuar! Los apóstoles hablaban y anunciaban en su propia lengua; pero todos los allí presentes los entendían cada cual en su propio idioma.

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Meditaciones sobre el Espíritu Santo (14/14): “La paciencia”

Amado Espíritu Santo, con la meditación de hoy concluimos esta preparación para la gran Fiesta de tu descenso. ¡Que todos tus frutos crezcan y maduren en nosotros, para que podamos glorificar a Aquél de quien todo procede y dar testimonio de ti en el mundo! Para ello se requiere paciencia, porque estos frutos van madurando poco a poco, día tras día. Sobre todo necesitamos paciencia para el trato con las otras personas, sabiendo esperar a que ellas puedan acoger lo que Dios les tiene preparado.

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