La ascesis (Parte 4)

«Dichosos los limpios de corazón» (Mt 5,8)

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Una vez que hayamos aprendido a ordenar nuestra excesiva locuacidad, y ya no digamos simplemente todo hacia afuera, sin haberlo examinado, el siguiente paso será “qué” es lo que decimos y “cómo” lo decimos.

El Apóstol nos advierte: “Que no salga de vuestra boca ninguna palabra mala, sino lo que sea bueno.” (Ef 4,29), y en otra parte nos dice:“Desechad también vosotros todas estas cosas: (…) la blasfemia y la conversación deshonesta en vuestros labios.” (Col 3,8)

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