¿Qué mas puede decirse de este Pontificado?
Nos confrontamos a una continua tragedia. Si no cerramos nuestros ojos, podremos constatarlo, puesto que es evidente. A más tardar con la publicación de “Amoris Laetitia”, el Papa Francisco como cabeza visible de la Iglesia emprendió un rumbo nefasto. Otro capítulo de esta tragedia es el hecho de que casi todos los cardenales y obispos –así como gran parte del clero– le siguen en este camino. Si hay una resistencia significativa, ésta suele proceder de los fieles laicos.
Uno ya está cansado de nombrar todas las transgresiones de este Pontificado. Casi cada día se suman nuevas… Es un espíritu distinto el que está obrando aquí, y evidentemente –a nivel general– ha conseguido arraigarse en la jerarquía eclesiástica. En diversas publicaciones mías se puede leer lo que he escrito a este respecto.
También hace parte de esta tragedia el hecho de que se siga defendiendo y justificando al Papa Francisco, aun cuando fomenta indirectamente que políticos como el presidente Joe Biden y Nancy Pelosi reciban la santa comunión, sabiendo muy bien que ellos promueven masivamente el aborto. Lo que debería hacer es amonestarles, por el bien de sus almas. Con tales actos y signos, ¿de qué sirven sus condenas públicas del aborto?
¿Qué más tiene que suceder para que los fieles abran sus ojos y despierten del engaño, en el que ciertamente una gran parte de la Iglesia ha caído? ¿No fue suficiente el espectáculo de la Pachamama en los Jardines Vaticanos y en la Basílica de San Pedro? ¿O es que se está dispuesto a considerar una idolatría tal como una mera inculturación o un acto de empatía hacia la cultura indígena?
¿No basta con ver al Papa, junto con cardenales y obispos, participando en un ritual pagano durante su visita a Canadá? ¿Acaso ya no resuenan en el alma las “campanas católicas” ante tales actos? ¿Ya se las ha silenciado? ¿Es que la niebla se ha cernido sobre las mentes y un velo sobre los corazones?
En nuestra fe católica no pueden integrarse rituales en los que están presentes los espíritus de la oscuridad. Ni el Antiguo ni el Nuevo Testamento nos dan ejemplos de que la verdadera adoración a Dios pueda combinarse con el culto a otros espíritus.
¡No cerremos nuestros ojos! No relativicemos ni justifiquemos todo lo que el P. Francisco hace o dice, pues así nos encegueceremos cada vez más. El verdadero amor no pasa por alto cuando alguien pierde el rumbo y otros lo siguen; sino que reza por él y señala claramente lo que está mal.