El 13 de septiembre de 2024, en un encuentro interreligioso con jóvenes en Singapur, el Papa Francisco pronunció las inconcebibles palabras de que “todas las religiones son un camino para llegar a Dios” y representan sólo “distintos lenguajes”.
Lo que lamentablemente veníamos viendo desde la publicación de “Amoris Laetitia” se ha confirmado sin equívoco en esta declaración. Se está abusando del ministerio petrino, y debemos reconocer cómo este abuso pretende destruir la Iglesia Católica y transformarla en una entidad distinta. El mandato misionero del Señor Resucitado de anunciar el Evangelio a todos los hombres (cf. Mt 28,19-20) no sólo es relegado a un segundo plano, sino que, aplicando las afirmaciones papales en Singapur, se ve despojado de su sentido interior. Así, se puede ver cómo una Iglesia cada vez más apóstata se está convirtiendo en un instrumento de los poderes anticristianos, que adquieren cada vez más fuerza.
No podemos cerrar los ojos a la realidad, por dolorosa que sea. También hay que decir y comprender que el Papa Francisco está actuando como un falso profeta, inspirado por un espíritu distinto. Quien quiera permanecer fiel a Jesucristo y a la auténtica doctrina de la Iglesia –y, por tanto, a la verdadera Esposa de Cristo– no puede seguir el rumbo emprendido por el Pontificado actual.
Pero no sólo los fieles, sino también las personas en el mundo que buscan la verdad deben saber que, en puntos esenciales, el Papa Francisco no representa la auténtica fe católica. ¡También ellas están siendo engañadas!
Lo que anuncia la Sagrada Escritura y la doctrina auténtica de la Iglesia, en cambio, es que Jesús es el Redentor de todos los hombres y que todos están llamados a creer en Él para salvarse. “Nadie va al Padre sino por mí” –son las palabras irrevocables de Jesús (Jn 14,6), y la Iglesia no tiene otra cosa que anunciar.
Así, pues, ha llegado la hora de la decisión.
Puesto que el máximo representante de la Iglesia Católica ha hecho en público una declaración que contradice la misión del Señor y de la Iglesia –y puesto que no se trata de una afirmación aislada, sino en línea con afirmaciones y actuaciones previas–, todo fiel católico debería percibir que aquí se está perpetrando una traición al Señor y a su Iglesia. También debería tener en claro que no es el Espíritu Santo quien actúa aquí, sino que es Lucifer difundiendo su engañosa luz.
Es necesario marcar una clara e inequívoca distancia hacia el Papa Francisco y aquellos que apoyan y defienden sus enseñanzas, o las pasan por alto guardando silencio. Esto no significa, de ninguna manera, abandonar la Iglesia Católica. ¡Lejos de nosotros el hacer tal cosa! Por el contrario, se trata de permanecerle conscientemente fieles. En vista de la evidente apostasía de la autoridad de la Iglesia, se vuelve aún más importante aferrarnos a la fe tradicional y recorrer con determinación el camino de la santidad, sin dejar de pedir a Dios por aquellos que se están dejando cegar por una falsa luz.
Los que se alejan de la Iglesia son aquellos que adulteran la fe y arrastran consigo a los que tácitamente toleran esta falsificación.
Como he subrayado en publicaciones previas, la Iglesia tendrá que retirarse al desierto (espiritual) bajo la protección de la Virgen María (https://es.elijamission.net/blog-post/la-iglesia-en-el-desierto/).
Desde el año 2016, cuando se publicó la exhortación “Amoris Laetitia”, he intentado hacer notar, a través de numerosos escritos y conferencias, que un “espíritu distinto” está actuando en el presente Pontificado. Todas estas publicaciones están a disposición y pueden leerse o escucharse: https://es.elijamission.net/blog/
También en las meditaciones diarias he incluido ocasionalmente algunos temas críticos.
Desgraciadamente, son muy pocas las voces dentro de la jerarquía eclesiástica que señalan los errores del Pontificado actual. Es una situación difícil para los fieles, pues los pastores deberían guiar al rebaño a las verdes praderas y protegerlo de los lobos. En la actualidad sucede casi lo contrario. Aparte de aquellos pastores que aúllan abiertamente con los lobos y que, por tanto, son fácilmente reconocibles, son muchos los pastores que guardan un extraño silencio cuando deberían estar advirtiendo. ¿Será que realmente no reconocen los terribles errores de este Pontificado? ¿Será que tienen miedo?
En todo caso, los fieles tienen que seguir soportando el silencio de sus pastores, mientras que los lobos pueden continuar persiguiendo a su presa. Los fieles podemos estar agradecidos por todos aquellos que tienen la valentía de advertir del “veneno” de las falsas doctrinas y prácticas. ¡Dios no dejará a los suyos sin orientación!
Pero ahora ya no puede haber más vacilaciones ni justificaciones de cualquier índole para el pernicioso curso del Pontificado actual.
Nos enfrentamos a esta decisión: o bien seguir al Señor Jesucristo y la auténtica doctrina de la Iglesia o bien seguir dejándonos cegar.
En lo que a mí se refiere, pido oraciones para que en esta hora difícil de la historia de la Iglesia y de la humanidad pueda asumir en el Espíritu de Dios la responsabilidad que el Señor me ha confiado. Con la ayuda de Dios, intentaré ayudar a los fieles en estos tiempos de confusión para seguir el camino del Señor.
En todo lo que venga, confío en la guía y en la sabiduría de nuestro Padre Celestial y en la intercesión de nuestra amada Señora.
Hno. Elías