EL DECLIVE DE LA IGLESIA CATÓLICA

2 de noviembre de 2025

Por desgracia, debemos presenciar cómo León XIV sigue relativizando la fe católica, tal como hizo su predecesor. Pocos meses antes de morir, Francisco había afirmado públicamente, para escándalo de los fieles, que todas las religiones son caminos hacia Dios¹. Con esta declaración, devaluó toda labor misionera que tuviera la intención de anunciar el Evangelio a todos los pueblos para que alcanzaran la salvación en Cristo y encontraran la verdadera fe.

León XIV, que claramente sigue las huellas de Francisco, causó revuelo con algunas afirmaciones en su homilía del 26 de octubre de 2025. En la Misa del «Jubileo de los equipos sinodales», declaró: «Ninguno posee la verdad toda entera, todos la debemos buscar con humildad, y juntos»².

Si bien es cierto que nadie posee toda la verdad por sí mismo y que siempre debemos profundizar en ella, sí tenemos la certeza de que la Iglesia Católica es la sede de la verdad. La doctrina de la Iglesia afirma que, siendo el Cuerpo Místico de Cristo y guiada por el Espíritu Santo, ella posee y anuncia la verdad de la fe en su integridad. En la Primera Carta a Timoteo, San Pablo describe a la Iglesia como «pilar y fundamento de la verdad» (1Tim 3,15). El Catecismo de la Iglesia Católica reafirma que el Magisterio eclesiástico tiene la autoridad para anunciar dogmas y verdades de fe inmutables³.

Las mencionadas declaraciones de León XIV no contribuyen a confirmar en la fe a los fieles en virtud del ministerio petrino (cf. Lc 22,32), sino que aumentan la inseguridad y la confusión que ya se ha generado en ellos. Si la autoridad eclesiástica ya no considera como su tarea anunciar la verdad a los hombres, tal y como se la encomendó Cristo, Cabeza de la Iglesia (cf. Mt 28, 18-19), entonces reniega de su misión. Pero no solo reniega de su misión, sino también del Señor mismo, que dijo: «Yo soy el camino, la verdad y la vida» (Jn 14, 6). Por tanto, esta renuncia disfrazada de humildad se convierte en la proclamación de una falsedad. En estas declaraciones, León no está anunciando el Evangelio, sino sus propios engaños y relativizaciones, inspirados por un «espíritu distinto».

Como sucedió con su predecesor, observamos aquí un abuso del ministerio petrino para socavar desde dentro la Iglesia Católica y transformarla en una entidad distinta. En ello se manifiesta el espíritu del Anticristo, que quiere derribar el último bastión que le opondría resistencia: la Iglesia. Una vez transformada y cada vez más apóstata, el Anticristo se serviría de ella como instrumento, mientras le sea útil para establecer su dominio.

Si no nos engaña nuestra percepción, tenemos que contar con una pronta manifestación pública de un Anticristo o incluso del «último Anticristo» profetizado en las Sagradas Escrituras. ¡Los fieles deben estar preparados! Cuando llegue ese tiempo, será difícil vivir la fe católica más que en el «desierto espiritual», donde se la preservará tal y como nos la transmitieron los apóstoles y la Iglesia a lo largo de los siglos. Lo mejor es que nos anticipemos y nos retiremos desde ya a ese desierto. Desde allí podremos ofrecer la debida resistencia. En las circunstancias actuales, no es posible hacer concesiones, ni mucho menos cooperar con el camino emprendido por Roma. Para permanecer fieles al Señor, debemos tomar decisiones claras.

Hno. Elías