“QUERIDA AMAZONÍA” – un punto de vista crítico

Después de la publicación de la exhortación postsinodal “Querida Amazonía”, muchos fieles están sumamente aliviados. Muchos de ellos habían albergado el gran temor de que el Papa pudiera adoptar las propuestas planteadas por los participantes del Sínodo Amazónico en relación a la ordenación de hombres casados –los así llamados “viri probati”–, debilitando así el celibato sacerdotal. Muchas semanas de debate previas a la publicación del documento estuvieron fuertemente enfocadas en el tema del celibato, que constituye un enorme regalo para la Iglesia. En ese sentido, muchos se alegran de que no haya sucedido lo que temían, que ni siquiera se mencionara este tema y que, además, se denegara la posibilidad de ordenar mujeres.

El documento papal contiene pasajes buenos y ortodoxos, como es de esperar de una exhortación apostólica. En efecto, cada enunciado católico es un respiro para el alma, porque la persona creyente disfruta de la belleza de su fe. Cuando es el Papa quien la expone, el alma fiel se identifica aún más profundamente.

En el Documento, el Papa Francisco invita a que los obispos envíen misioneros al territorio amazónico, para allí anunciar el evangelio (n. 90). El escrito refleja el amor que el Papa tiene hacia esta región, así como una auténtica preocupación por su preservación (n. 5). Se tematizan diversas formas de opresión humana, así como la solicitud por los pobres y marginados (n. 7). Resuena también la acusación contra aquellos que, movidos por intereses económicos, explotan este territorio y a las personas que lo habitan (n. 9-14). No cabe duda de que en general nosotros, los hombres, necesitamos una mayor conciencia ecológica, para tratar de forma apropiada a la Creación que nos ha sido confiada (cf. Gen 1,28). La preocupación por el estado del planeta puede ocupar su sitio, dentro de la jerarquía de los valores; pero, eso sí, sin tomar un tinte ideológico.

¡Hay que permanecer atentos!

Ahora bien, a pesar de los aspectos positivos de la exhortación postsinodal “Querida Amazonía”, hemos de seguir estando atentos. Hay que cobrar conciencia de que el Papa no ha rechazado definitivamente la propuesta de la ordenación de los “viri probati”, e incluso recomendó la lectura y aplicación del Documento Final del Sínodo Amazónico, que contiene propuestas tales. Así escribe al inicio del texto:

“He preferido no citar ese Documento en esta Exhortación, porque invito a leerlo íntegramente. Dios quiera que toda la Iglesia se deje enriquecer e interpelar por ese trabajo, que los pastores, consagrados, consagradas y fieles laicos de la Amazonia se empeñen en su aplicación, y que pueda inspirar de algún modo a todas las personas de buena voluntad.” (n. 3-4)

Por tanto, habrá que esperar cómo se desarrollan las cosas. Quienes abogan por un cambio en relación al celibato y los ministerios ordenados para mujeres, no se darán por vencidos; sino que, de diversas formas, seguirán intentando que el tema permanezca “sobre la mesa”[1].

Habría muchos puntos de la exhortación que podrían analizarse más detenidamente, para obtener un panorama más completo. Pero eso iría más allá del alcance de mi trabajo. Por eso, en primera instancia, quisiera enfocarme en lo que considero el aspecto más cuestionable del Documento pontificio.

En mi opinión, el tema principal no era la cuestión del celibato; sino que hay que detenerse a considerar si el escrito papal transmite de inicio a fin posturas católicas claras, o si aparecen en él afirmaciones ambiguas, tal como ha sucedido ya a lo largo de este Pontificado, dando lugar a serias dudas sobre su curso. Con particular cuidado ha de leerse y analizarse lo dicho en relación a la inculturación del evangelio y el “rito amazónico” que se propone (Nota al pie de página n. 120).

El peligro de la “idealización”

En muchos pasajes, el escrito “Querida Amazonía” no está exento de una cierta idealización y exaltación del modo de vida y la supuesta sabiduría de la población indígena en la Amazonía, de la cual deberíamos aprender. Se puede percibir aquí la influencia de la “teología de la liberación”.

Desafortunadamente, las idealizaciones tienen su peligro, porque tienden a obviar o reducir los lados problemáticos, mientras que exaltan de forma artificial los lados buenos o presuntamente buenos. Con una visión tal, se debilita el “discernimiento de los espíritus”, que es necesario en el encuentro con los pueblos indígenas y su cultura. Fácilmente se genera la imagen del “noble salvaje”[2] y de un “mundo sano” de los indígenas, que únicamente habría caído en miseria a causa de aquellos que llegaron a explotar su tierra, como se sugiere en “Querida Amazonía”. Sin embargo, esta actitud no se percata lo suficiente de la influencia del pecado original en todas las personas, incluidas las tribus indígenas de la Amazonía. Por tanto, no se percibe adecuadamente sus lados oscuros[3].

Una “idealización” tal deforma la verdadera inculturación del evangelio. En lugar de discernir claramente los diversos elementos de la cultura existente, se la observa sólo de forma positiva. En consecuencia, esta visión puede fácilmente abrir las puertas para aspectos negativos o incluso demoníacos de dicha cultura, sin si siquiera identificarlos como tales. A raíz de la “idealización” y en la medida en que se enturbia la capacidad de discernir, surge una “ceguera parcial”.

La “ceguera parcial”

El culto a la Pachamama, que tuvo lugar el 4 de octubre en los Jardines Vaticanos en presencia del Papa, nos presenta un ejemplo muy concreto de una “ceguera parcial”. A pesar de haber sido una violación objetiva y evidente del Primer Mandamiento, tal como lo señalaron cardenales, obispos, teólogos y otros fieles[4], lamentablemente no se ha visto ningún cambio en el pensar de la jerarquía. Por el contrario, se relativizó la gravedad del suceso o incluso se lo justificó en nombre de la inculturación. Desafortunadamente, tal justificación continúa en “Querida Amazonía”:

“No nos apresuremos en calificar de superstición o de paganismo algunas expresiones religiosas que surgen espontáneamente de la vida de los pueblos. (…) Es posible recoger de alguna manera un símbolo indígena sin calificarlo necesariamente de idolatría.” (n. 78 y 79)

De una u otra forma, tales afirmaciones justifican los sucesos del 4 de octubre de 2019. De hecho, hasta el momento no ha habido una disculpa por parte del Papa, ni tampoco se han ofrecido los actos de reparación correspondientes. Aquí continúa la “ceguera parcial”, impidiendo que el entendimiento tenga una visión clara sobre el Primer Mandamiento y abriendo las puertas a “otro espíritu”.

Para dejar totalmente en claro lo que quiero decir: Es de temer que, a través del culto a la Pachamama en el Vaticano, la Sede de la Iglesia Católica, los demonios hayan encontrado más cabida en la Iglesia. Ahora bien, lo escrito en los artículos 78 y 79 no cierra de ninguna manera las puertas para que sigan realizándose actos similares.

Ante las influencias demoníacas que se encuentren aún en actos de culto de los pueblos indígenas, la reacción no puede ser una especie de “espiritualidad inculturada”; sino un claro y rotundo “NO”. ¡Los ídolos y cultos relacionados con realidades demoníacas no tienen lugar en la Iglesia Católica! En ese sentido, puede entenderse la acción del joven austríaco Alexander Tschuggel –quien arrojó las figuras de la Pachamama al río Tíber– como un “acto profético” de emergencia[5], que correspondería en algo a lo que hizo San Bonifacio cuando taló el “Roble del Trueno”, o a San Benito cuando destruyó el templo de Apolo, o a San Martín de Tours cuando derribó los lugares de culto paganos.

Un misionero que no padezca de una “ceguera parcial”, sabrá discernir cuáles elementos culturales indígenas pueden ser adoptados y cuáles han de ser rechazados. En no pocos rituales sincretistas y mágicos de los pueblos indígenas, las puertas se abren concretamente a los demonios. ¡Y los demonios no pueden ser integrados en ninguna parte; sino que han de ser expulsados! Todo acto cúltico que establezca relación con los demonios, aun si no se los invoca explícitamente, ha de ser contundentemente rechazado.

Hay que distinguir bien entre aquellos elementos culturales que sean, por así decir, “neutrales” (por ejemplo, la arquitectura, el conocimiento sobre hierbas medicinales, etc), y aquellos otros que son de carácter cúltico. Si aquí no se discierne claramente, se dará cabida a aquellas fuerzas que quieren oscurecer y destruir nuestra santa fe desde dentro. Un acompañamiento pastoral responsable tendría que examinar si los que han participado de cultos sincretistas no necesitan oración de liberación especial, para contrarrestar posibles influencias demoníacas.

En este contexto, vale recordar que Monseñor José Luis Azcona, obispo emérito de Marajó en Brasil, no sólo designó de “escandaloso” el ritual a la Pachamama en los Jardines Vaticanos, sino que habló de un “sacrilegio demoníaco”[6].

La “ceguera parcial” y el actuar de “otro espíritu”

No es únicamente en este aspecto del presente Pontificado donde puede identificarse la “ceguera parcial” de la que hablo. Fue ella la puerta para que entraran las confusiones de Amoris Laetitia; fue ella la que llevó a cambiar el Catecismo en relación a la pena de muerte, la que condujo a la Declaración de Abu-Dabi y, finalmente, a la veneración de la Pachamama en el Vaticano. En el texto de “Querida Amazonía” la ceguera continúa en relación al tema de la inculturación en el territorio amazónico.

El “otro espíritu” se vale de esta “ceguera parcial”, gracias a la cual la persona ya no lo identifica lo suficiente. ¡Su clara visión está impedida! Entonces, el “otro espíritu” puede esconderse detrás de la buena intención de la inculturación del evangelio, como sucede en el tema que estamos tratando. Se aprovecha de la “ceguera parcial” para introducir contenidos ajenos o incluso demoníacos, ocultos bajo el manto de la inculturación, de manera que pasen desapercibidos. Entonces, se confunde el espíritu humano con el Espíritu Santo, e incluso el espíritu demoníaco puede influir inadvertidamente, disfrazado quizá de una mera tradición o folclor.

Podría uno preguntarse en qué momento se adentró en la Iglesia esta “ceguera parcial”, y cómo es que se pudo extender tanto en este Pontificado, hasta el punto de que se realicen actos evidentemente idolátricos en Roma sin que sean rechazados. A esta pregunta quisiera dedicarme en otro marco…

Conclusión

Por las razones que he expuesto, no puedo unirme al júbilo sobre esta nueva exhortación apostólica. ¡Por supuesto que estoy agradecido de que no haya puntos que ataquen activamente el celibato, y disfruto toda declaración de recta fe en un Documento eclesial!

Pero para mí pesan mucho las afirmaciones más que dudosas sobre la inculturación, porque representan un curso errado, que puede desembocar en fenómenos tan decadentes como el culto a la Pachamama.

Aún no hemos llegado al final de la fuerte crisis en que se encuentra la Iglesia, y “Querida Amazonía” no representa un giro, como algunos fieles esperanzados quieren creer. Sin embargo, ciertamente las oraciones y otras circunstancias han protegido al celibato de un ataque directo (por ahora).

Hemos de seguir estando atentos, fieles a la Sagrada Escritura y al Magisterio de la Iglesia y con la confianza puesta en el Señor. ¡Él guiará todas las cosas y nuestra amada Virgen María vendrá al auxilio de sus hijos en todas sus angustias!

[1] Por ejemplo, Víctor Manuel Fernández (arzobispo de La Plata) comentó después de la publicación de “Querida Amazonía”: “Tampoco hay que afirmar (…) que Francisco ha cerrado las puertas o ha excluido la posibilidad de ordenar algunos hombres casados”. El Cardenal Marx también insiste en que de ninguna manera se ha rechazado el trabajo del Documento Final del Sínodo, puesto que el Papa lo presentó y recomendó leerlo, y con respecto a los viri probati afirma: “¡Este debate continuará!”

[2] La idea del “noble salvaje” aparece en filósofos como Rousseau, quien imaginó al hombre en su estado primigenio como un ser incorrupto, justo y pacífico.

[3] La cultura es producto del hombre, que refleja valores pero también anti-valores. Por ello, al enfrentarse con el evangelio, normalmente la cultura requiere ser purificada y liberada, también de las fuerzas demoníacas. Si estos aspectos se pasan por alto o no se toman suficientemente en cuenta, se corre el riesgo de la exaltación o incluso cuasi divinización de una cultura. Éste podría ser el trasfondo por el cual queda enturbiado el discernimiento de los espíritus cuando se enfatizan únicamente los valores positivos de las culturas. En consecuencia, puede suceder que se integran elementos ajenos a la fe, sin percibir su perjuicio. El caso extremo del culto a la Pachamama en los Jardines Vaticanos es un claro ejemplo.

[4] Cardenal Gerhard Müller, Cardenal Walter Brandmüller, Cardenal Jorge Urosa Savino, Obispo auxiliar Athanasius Schneider, Obispo emérito José Luis Azcona, Obispo Marian Eleganti.

[5] “De emergencia” porque, según sus propias declaraciones, el sr. Tschuggel quiso impedir que las figuras idolátricas de la Pachamama estuvieran presentes en la Santa Misa de clausura del Sínodo Amazónico. En efecto, lo consiguió. Estos ídolos fueron intolerables para él, y así expresó el sentir de no pocos fieles, cuyos sentimientos religiosos habían sido ofendidos. La presencia y veneración de las estatuas de la Pachamama en los Jardines Vaticanos puede, sin más, entenderse como una agresión contra la fe cristiana. En ese sentido, fue una “acción de emergencia”.

[6] https://www.infocatolica.com/?t=noticia&cod=36117