Casi todo el mundo se siente amenazado por un virus. Los gobiernos toman medidas de precaución que no pocas veces se asemejan a las de un estado de guerra y a una forma de gobierno dictatorial. En poco tiempo, algunos estados democráticos se han convertido en regímenes que proceden contra aquellos ciudadanos que no están dispuestos a adoptar las medidas –a veces draconianas– adoptadas para afrontar esta crisis.
¿Qué ha sucedido?
La enfermedad del Covid-19 ¿es realmente tan grave como para justificar tales medidas? ¿Puede compararse la amenaza actual con la que se vivió durante otras epidemias, como por ejemplo la peste negra, que mató alrededor del 60% de la población de Europa[1]? ¿Se trata realmente de un virus asesino, que en poquísimo tiempo acaba con la vida de incontables personas?
¡No! ¡No es así!
La realidad es distinta a lo que nos transmiten constantemente los medios de comunicación. En la mayoría de las personas contagiadas, la enfermedad no es mucho más grave que una gripe. La tasa de letalidad no es tan alta como para que sea necesario proteger a toda la población con las medidas que propagan la OMS y los gobiernos[2].
Si se provocan miedos excesivos en las personas (y uno potente es el miedo a la muerte), fácilmente se podrá influir en ellas de tal forma que hagan todo lo que se les prescriba. A causa de estos miedos, rápidamente estarán dispuestas a permitir que sean restringidas las libertades a las que normalmente tendrían derecho, para luego recuperarlas solamente bajo las condiciones establecidas por los gobiernos. ¡Y es que querrán seguir viviendo sus vidas tal y como lo hacían anteriormente!
El miedo a contraer y propagar un virus potencialmente letal, fue la justificación a la que recurrieron los gobiernos para tomar medidas drásticas, que –como han demostrado ciertas investigaciones[3]– causan un gran daño a la población, tanto a nivel corporal como psicológico.
En el ámbito público, se da cabida cada vez más a un único punto de vista sobre las medidas a tomar en la crisis actual, que es el que defienden los gobiernos y sus expertos. Se hace caso omiso de prácticamente todas las „voces de alerta“, que tienen buenos argumentos para discrepar tanto del carácter de esta enfermedad como de los métodos que están siendo empleados para contrarrestarla. Esto cuenta en particular para las así llamadas “vacunas”[4], que representan un gran riesgo para la población, por no haber sido investigadas lo suficiente[5].
A pesar de que ya ahora se observan muchas consecuencias negativas, se pretende inocular a toda la población mundial. Pueden producirse efectos secundarios muy graves[6], y también está aumentando el número de muertes relacionadas con la vacuna[7]. Existen suficientes advertencias, que deberían hacernos recapacitar. Pero, hasta el momento, los políticos ignoran estas señales. ¡Esto es devastador!
Es evidente que actúa aquí un grave engaño. Sobre todo, los ciudadanos “de a pie” están siendo engañados. Se los priva de una información completa sobre los peligros reales de la enfermedad en cuestión. Tampoco se les dice que es posible contrarrestarla con tratamientos alternativos, tanto profilácticamente como en caso de una real infección[8].
En general, la forma de manejar la información sobre este tema en el ámbito público recuerda más a la propaganda comunista que a un proceso de búsqueda de la verdad en una democracia abierta.
La mayoría de las personas adopta sin más la narrativa oficial, y ni siquiera se les ocurre que la realidad podría ser distinta de lo que se dice. Tampoco están al tanto de que hay un buen número de médicos y científicos que advierten –a veces con insistencia– sobre las consecuencias de la vacuna[9], así como también sobre el uso de mascarillas[10] y los confinamientos[11]. En ninguna parte se enteran de que es cada vez más grande el número de los que sufren graves consecuencias tras la vacunación. Asimismo, ignoran que influyentes medios de comunicación censuran los puntos de vista que difieren del oficial, para que la población se mantenga en el rumbo marcado. Tampoco reflexionan sobre el hecho de que, en una vacunación mundial, las grandes empresas farmacéuticas obtienen enormes ingresos, y que ciertos ricos que están detrás se enriquecen cada vez más. Si en alguna ocasión se encuentran con tales discursos, no les creerán. Con indignación, se opondrán si alguien les habla de ello y les advierte que incluso podría haber un plan maligno detrás. Inmediatamente catalogarán tales afirmaciones como “teorías de conspiración”. Se sienten seguros siguiendo la línea oficial de la política.
Lamentablemente, las cosas son distintas, porque el engaño afecta también a los políticos.
¿De dónde vendrá la ayuda para las personas engañadas?
Podría esperarse que de la Iglesia, pues Ella tendría otras posibilidades de llegar a las personas cuando el mundo mediático transmita unánimemente el “mainstream”; es decir, el discurso políticamente correcto. La Iglesia, si reconociera que se trata de tendencias malsanas, podría oponerse públicamente a estos desarrollos, actuando así como una voz correctiva. Si Ella hubiera insistido en que sólo se utilizaran vacunas moralmente limpias y seguras, podría haber generado un debate productivo.
Pero es doloroso ver el comportamiento de las autoridades eclesiásticas, que no solamente aceptan las medidas de los gobiernos, sino que incluso las respaldan y a veces hasta se convierten en pioneros de su aplicación. En la persona del Papa Francisco, que a menudo es considerado como la mayor autoridad moral, aun a nivel del mundo, uno se encuentra con un promotor principal de esta vacuna. Además, él ejerce una presión indirecta sobre las conciencias de los fieles, al declarar que esta vacunación sería una especie de obligación moral y al hablar de que inocularse sería un acto de amor[12]. Otros jerarcas hacen lo mismo…
Entonces, vemos que la Iglesia Católica oficial también ha caído en el engaño generalizado. Ya ahora vemos obispos que establecen la vacuna como condición para el clero y los empleados[13], y también directores de seminarios que lo hacen con sus seminaristas[14].
Sin embargo, no son pocos los católicos que rechazan las vacunas que actualmente se ofrecen, porque saben que se emplearon líneas celulares fetales de niños abortados, ya sea en el desarrollo, en la fase de ensayos o en la producción misma[15]. Ellos están conscientes de que la obtención de estas líneas celulares implica un procedimiento cruel con embriones aún vivos[16]. Por ello, su conciencia no les permite someterse a dicha vacunación.
Pero, en lugar de que las autoridades eclesiásticas faciliten a estos fieles una exención que indique que rechazan la vacuna por motivos religiosos, ya se han dado casos (y se vuelven cada vez más frecuentes) en que los representantes de la Iglesia se niegan a expedir tales certificados[17].
¡Cuánta oscuridad se manifiesta aquí! Los fieles no solamente se ven abandonados por sus pastores, sino que éstos incluso se niegan a darles esta ayuda y cooperan en la coacción de las personas.
La Iglesia, que defiende el derecho de los niños no nacidos, está dando en este caso un anti-testimonio concreto. Los pastores que actúan así están engañados, y ahora engañan también a otras personas (cf. Ez 34). Nos traen a la memoria aquellas palabras de Jesús: “son ciegos y guías de ciegos” (Mt 15,14).
¿Cómo puede suceder esto?
No podremos entender el “gran engaño” sin considerar su dimensión espiritual. Por ello, es indispensable echar una mirada a aquel espíritu que está detrás de tales engaños y que quiere conducirlo todo conforme a sus planes, que van mucho más allá de simplemente superar una enfermedad infecciosa.
Gracias a la Sagrada Escritura y a la doctrina de la Iglesia, podemos reconocer que este espíritu es Lucifer, un ángel caído de alto rango. Dios lo había dotado de grandes dones. Pero él sucumbió en un fatal autoengaño, porque ya no quiso servir a Dios, sino colocarse en Su lugar. Así, se convirtió en un embaucador, que engaña a otros y se engaña a sí mismo (cf. 2Tim 3,13). Desde entonces, Lucifer trata de erigir su propio reino, bajo su dominio.
En nuestro contexto, es importante entender que él es el poder espiritual que, en muchos sentidos, engaña conscientemente a las personas. Él intenta influir en sus pensamientos y quiere ganárselos para que sirvan a sus planes ocultos. Para ello, siendo un “maestro del engaño” se vale de las malas inclinaciones de los hombres y las acrecienta. Él engaña ocultando el mal detrás de lo que es aparentemente bueno. Muchas personas se dejan influenciar por él, sin estar conscientes de ello.
A través del pecado, Lucifer obtiene poder sobre los hombres. Cualquier tipo de corrupción es para él una buena oportunidad para atar a las personas.
Si percibimos que hay corrupción en esta crisis; si notamos que se toman medidas dictatoriales; si las personas solamente pueden comprar su “nueva libertad” con la vacuna; si a todo este afán de vacunarse y vacunar se le da un toque casi religioso, entonces podemos reconocer que aquí está actuando el “espíritu del engaño”. Él intenta presentar esta vacuna como algo positivo y como si fuese la única solución a esta crisis.
Sólo así podemos entender cómo puede producirse una acción tan coordinada a nivel mundial, y cómo es que son tantos los que caen en el grave engaño. Incluso hay personas religiosas, que, aun teniendo su vida en orden ante Dios, participan en este engaño.
El colmo del engaño
Lucifer ha logrado que, en lo referente a esta vacuna, apenas se mencione a Dios, como si Él no tuviera nada que ver con este acontecimiento y no hubiera ningún mensaje para la humanidad en esta plaga.
Aquí el engaño ha llegado a su punto culmen, porque en realidad, si Dios permite una plaga tal, es porque quiere decirnos algo a través de ella. Desde la perspectiva de la fe, no es difícil entender el mensaje, y la Iglesia debería proclamarlo “desde los terrados” (Mt 10,27).
Ya en el mensaje del Antiguo Testamento queda claro que Dios permite ciertas desgracias para llamar a los hombres a apartarse de sus caminos equivocados y a volver a Él. Toda vida alejada de los mandamientos de Dios aporta a la destrucción, sea que la persona esté consciente de ello o no. Los que no mantienen cerrados sus ojos, pueden ver claramente que muchos pecados están siendo cometidos, incluso en público, ofendiendo a Dios y atentando contra la santidad de la vida.
A través de sus pecados, tanto públicos como personales, el hombre se separa de Dios, y permite y coopera en que los poderes de la oscuridad lleven a cabo sus siniestros planes.
Dios, quien llama al hombre a la conversión y a la santificación, quiere dejarle en claro, a través de ciertas desgracias que permite que sucedan, en qué consiste lo esencial de la vida. Él invita a las personas a que lo busquen, y a que no anden deprisa en sus vidas, sin plantearse jamás los cuestionamientos esenciales acerca de la verdad, del amor verdadero y, a fin de cuentas, acerca de Dios mismo. Cuando se encuentren realmente con Dios, respirarán aliviados, porque descubrirán el sentido más profundo de la existencia humana. Dios sale al encuentro de los hombres al enviar a su Hijo Jesucristo al mundo, quien nos ofrece el perdón de las culpas y una vida nueva en Dios (cf. Col 1,14).
Sin embargo, hoy en día este mensaje está siendo cada vez menos anunciado en palabras y obras. En lugar de ello, la oscuridad se expande. Ahora Dios permite que los hombres experimenten esta oscuridad de forma tangible. Pero, si uno aprende a entenderlo correctamente, esta situación se convierte en un llamado de atención para que pongamos nuestra vida en orden ante Dios. Allí donde se produce una sincera conversión, no sólo se ordena y fructifica la propia vida en el Espíritu de Dios; sino que también cambiará la situación actual, que es tan dolorosa. La condición es la conversión de los hombres, porque al llevar una vida alejada de Dios, uno coopera –aunque sea inconscientemente– con aquellos poderes oscuros que quieren esclavizar a las personas.
La oscuridad que envuelve la plaga actual se disipará si incluimos a Dios en nuestra interpretación de los acontecimientos, y, más aún, si aprendemos a percibir en ellos Su amor y Su preocupación por nosotros, los hombres. Peor que cualquier virus y sus respectivas consecuencias, es una vida que no encuentra el propósito que Dios ha previsto para ella, o que incluso lo pervierte en lo opuesto. Ya que muchas veces los hombres no escuchan Su voz y desaprovechan el don de Su cercanía y de Su gracia, el Señor puede permitir una situación tan dolorosa como la actual, a fin de despertarlos. Así, estos tiempos críticos pueden incluso convertirse en bendición, siempre y cuando el hombre no se cierre.
Hno. Elías
Septiembre de 2021
CONTACTO: balta-lelija@jemael.net
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[1] https://historia.nationalgeographic.com.es/a/peste-negra-epidemia-mas-mortifera_6280
[2] Conforme a un estudio del Dr. Ioannidis, la tasa de letalidad en los pacientes del Covid-19 es de apenas 0,23%. Esto significa que, según sus cálculos, de cada 10.000 personas infectadas solamente 23 mueren a consecuencia de la enfermedad del coronavirus (https://www.statnews.com/2020/03/17/a-fiasco-in-the-making-as-the-coronavirus-pandemic-takes-hold-we-are-making-decisions-without-reliable-data/)
[3] El Profesor Alon Chen, neurocientífico en el Instituto Weizmann de Ciencias, afirma: “Estaba claro desde el principio que la pandemia en sí, y las políticas de contención subsiguientes que incluían confinamientos a nivel nacional y aislamiento social y físico, tendrían un impacto trascendental en nuestro bienestar emocional general. Los estudios que llegan de todo el mundo -desde China hasta Australia- apenas empiezan a revelar el alcance del efecto de la pandemia en la salud mental.” (https://www.jpost.com/health-science/if-covid-19-doesnt-kill-us-depression-and-anxiety-might-analysis-677214)
[4] En el presente texto, emplearé el término vacuna, ya que así se la denomina generalmente. Pero en realidad no se trata de una vacuna en el sentido convencional, sino de una inyección de una sustancia experimental basada en genes.
[5] Una de estas “voces de alerta” es el Profesor Stefan Hockertz –inmunólogo, farmacólogo y toxicólogo–, que declaró en una entrevista: “Sobre estas vacunas no sabemos casi nada, excepto que contienen ARNm. Sabemos que, en las de BioNtech y Moderna, se supone que este ARNm se transporta a las células a través de gotas de lípidos o mediante nanosomas. En AstraZeneca, el material genético se introduce a través de un vector viral, que tampoco es una tecnología realmente probada (…). Los fabricantes, pero también el Instituto Paul Ehrlich, admiten ahora que esta vacuna no previene en absoluto la infección. Así que todavía puedes infectarte e infectar a otros. La única afirmación que se hace ahora es que prevendrá los cuadros más graves de la enfermedad, ¡pero tampoco esto se ha demostrado en ningún estudio!” (https://www.basel-express.ch/redaktion/gesellschaft/3083-das-ist-keine-impfung-sondern-eine-prophylaktische-gen-therapie)
[6] Hasta el 02.09.2021 la Agencia Europea de Medicamentos (EMA por sus siglas en inglés) registra más de 500.000 presuntos efectos secundarios de las vacunas; muchos de ellos clasificados como graves. (https://www.ema.europa.eu/en/human-regulatory/overview/public-health-threats/coronavirus-disease-covid-19/treatments-vaccines/vaccines-covid-19/safety-covid-19-vaccines)
[7] Sólo el Sistema de Notificación de Reacciones Adversas a las Vacunas (VAERS por sus siglas en inglés), registra hasta el 23.08.2021 14.100 decesos tras la vacunación en EE.UU. (https://www.openvaers.com/covid-data/mortality)
[8] Entre los tratamientos alternativos, destacan la hidroxicloroquina (HCQ) y la ivermectina, que han sido empleados con gran éxito por algunos doctores para tratar a los pacientes con Covid-19. 171 estudios han demostrado que, al aplicar la HCQ prontamente, se reducen en un 64% los efectos negativos del virus, las hospitalizaciones o las muertes. (https://www.lifesitenews.com/opinion/what-government-and-media-wont-tell-you-about-how-to-protect-you-and-your-loved-ones-from-covid/?utm_source=Kartra_covid)
[9] Por ejemplo, un grupo de 57 científicos, médicos y expertos en política de primera línea publicó recientemente un informe en el que se cuestiona la seguridad y la eficacia de las vacunas actuales contra COVID-19 y se pide que se ponga fin inmediatamente a todos los programas de vacunación (https://en-volve.com/2021/05/08/57-top-scientists-and-doctors-release-shocking-study-on-covid-vaccines-and-demand-immediate-stop-to-all-vaccinations/).
[10] Alexander P. (2021, Abril 21). The danger of masks. Recuperado de https://www.aier.org/article/the-dangers-of-masks/
[11] Bendavid A., Oh C., Bhattacharja J., Ioannidis J. (2020, Diciembre 24). Assessing mandatory satay-at-home and business closure effects on the spread of COVID-19. Recuperado de https://onlinelibrary.wiley.com/doi/epdf/10.1111/eci.13484
[12] Recientemente, en una videoconferencia dirigida a las poblaciones de América Latina, el Papa Francisco dijo: «Vacunarse con vacunas autorizadas por las autoridades competentes, es un acto de amor. Y ayudar a que la mayoría de la gente se vacune es un acto de amor. Amor por uno mismo, amor por la familia y los amigos, amor por todos los pueblos” (https://www.vaticannews.va/es/papa/news/2021-08/papa-francisco-coronavirus-vacunarse-campana.html).
[13] El cardenal de Chicago, Blase Cupich, hizo pública una nueva política de la arquidiócesis, en la que se ordena a «todos los empleados y al clero» que reciban las inyecciones de COVID-19, amenazando con «medidas disciplinarias» si los sacerdotes y los empleados no cumplen (https://www.lifesitenews.com/news/cdl-cupich-mandates-covid-jab-for-all-employees-and-clergy-or-face-disciplinary-action/).
[14] Por ejemplo, en la página oficial del seminario “Mount St. Mary” en Emmitsburg, se lee el siguiente aviso: “Para lograr nuestro objetivo de al menos un 80% de inmunidad dentro de nuestra comunidad, los estudiantes universitarios (…) y los seminaristas están obligados a vacunarse contra el COVID-19 antes de llegar al campus en agosto de 2021.” (https://inside.msmary.edu/return-to-the-mount/covid-19-info/vaccine-policies.html)
[15] https://s27589.pcdn.co/wp-content/uploads/2020/12/COVID-19-Vaccine-Candidates-and-Abortion-Derived-Cell-Lines.pdf
[16] https://www.lifesitenews.com/opinion/a-hill-worth-dying-on-expert-explains-how-aborted-baby-cells-taint-covid-vaccines/
[17] Por ejemplo, algunas diócesis en Estados Unidos que han afirmado abiertamente que no darán exenciones religiosas para la vacuna contra Covid-19 son: Los Angeles, New York, Las Vegas, Filadelfia, San Diego, Chicago, entre otras.