En el marco del Sínodo de la Amazonía, llevado a cabo en octubre de 2019, se dieron actos que fueron considerados por fieles católicos como idolátricos y como un atentado contra el Primer Mandamiento.
A continuación, en su carta abierta dicho obispo condena lo acontecido:
Los católicos no pueden aceptar ningún culto pagano, ni ningún sincretismo entre las creencias y prácticas paganas y las de la Iglesia Católica. Los actos de adoración de encender una luz, inclinarse, postrarse o inclinarse profundamente en el suelo y bailar ante una estatua femenina desnuda, que no representa a Nuestra Señora ni a una santa canonizada de la Iglesia, viola el primer Mandamiento de Dios: “Tú no tendrás dioses ajenos delante de mí” y la prohibición explícita de Dios, que ordena: “Cuando levantes tus ojos al cielo, cuando veas el sol, la luna, las estrellas y todo el ejército de los cielos, no vayas a dejarte seducir y te postres ante ellos para darles culto. Eso se lo ha repartido Yahveh tu Dios a todos los pueblos que hay debajo del cielo” (Dt 4,19), y: “No os hagáis ídolos, ni pongáis imágenes o estelas, ni coloquéis en vuestra tierra piedras grabadas para postraros ante ellas, porque yo soy Yahveh vuestro Dios” (Lev 26,1).
También el Cardenal Müller, Prefecto emérito de la Congregación para la Doctrina de la Fe, hizo afirmaciones claras al respecto
[2]:
La liturgia del 4 de octubre en los Jardines Vaticanos, en presencia del Papa Francisco, habría incluido “una cierta veneración; más aún, adoración de ídolos”; una violación del primer mandamiento, porque Jesucristo, presente en los sacramentos, “es el único Redentor”. Si bien los católicos tenemos imágenes de santos, no las adoramos; sino que sólo “veneramos” la imagen en representación de esta persona santa. La “adoración” no le correspondería, de manera alguna, a personas ni a la Creación -así lo explicó Müller, y se remitió a la teología de San Pablo.
“Traer a los ídolos a la Iglesia fue un pecado grave, un crimen contra la Ley Divina” -afirmó el Cardenal.
Hay, entonces, una acusación de idolatría, como una grave violación del Primer Mandamiento. Puesto que todo esto sucedió públicamente, y, más aún, en Roma mismo y en el Vaticano, que es la Sede de la Iglesia Católica, no puede simplemente obviarse el asunto. ¡Afecta a toda la Iglesia, y a la misión que le ha sido encomendada: llevar el evangelio a todos los pueblos (cf. Mt 28,19)!
Lo decisivo es discernir lo que realmente significó este acto: ¿Es que fue un intento de inculturación del evangelio o fue un acto idolátrico y, por tanto, una falsificación del evangelio?
A este respecto, escuchemos lo que dijo un obispo auxiliar de Suiza, Monseñor Marian Eleganti. En una publicación de Facebook, el obispo recuerda que la controvertida figura de la Pachamama no es la Virgen María, quien es la Madre de la Iglesia.
“El hecho de que en los Jardines vaticanos se hayan postrado ante ella y en todo lado esté sobresaliendo y siendo llevada en procesión, cuando más valdría que la imagen de la Virgen de Guadalupe fuese venerada y mostrada (siendo un retrato inequívoco y, al mismo tiempo, inculturado de la Virgen María, con rasgos y símbolos indígenas, dado por el cielo mismo) es incomprensible. Para cualquier observador, no se entiende que la veneración pública de la Pachamama en el Sínodo del Amazonas no sea una idolatría. Y aun si no fuese así, seguiría estando el escándalo de que parece serlo y de que la Roca de Pedro no se preocupe de ello, y que, antes bien, proteja los rituales bien documentados y ajenos al cristianismo en los Jardines del Vaticano y más allá, mientras que se lamenta de reacciones que son comprensibles.”[3]
El obispo emérito de Marajó en el territorio amazónico, Monseñor José Luis Azcona, habló aún más claramente y condenó los rituales paganos como sacrilegios demoníacos, que provocan escándalo. Él confirmó que la “Pachamama” es una divinidad pagana. Y precisó
[4]:
“Estas celebraciones dependen de los espíritus que se evocan y es evidente que esto es brujería, de la cual nos advierte la carta de San Pablo a los Gálatas, en el capítulo 5, versículo 29, cuando denuncia el pecado de la idolatría que es incompatible con el Evangelio y con la misión.”
El portal de internet austríaco Kath.net informó lo siguiente sobre Monseñor Kräutler
[5], que fue una de las cabezas del Sínodo de la Amazonía:
Erwin Kräutler, el controvertido obispo austríaco, defendió las controvertidas representaciones de la Pachamama del territorio amazónico como una “expresión de los indígenas”, que podría integrarse en nuestra liturgia. Esto dijo Kräutler en una conferencia en Bregenz, según informa la Tagespost. “Hay personas que piensan que la Pachamama es una diosa” -explicó Kräutler.
Evidentemente Monseñor Kräutler tuvo mucha influencia sobre los obispos del Sínodo, como destacó el Cardenal Schönborn de Viena, otro influyente cardenal. Así se expresó Schönborn hace algunos días en una entrevista, según informa Kath.net en el mismo artículo: “Él [Monseñor Kräutler] gozó de un enorme aprecio entre los obispos y laicos en el Sínodo, y es considerado como un pionero.”
Quienes defienden esta ceremonia, hablan de “inculturación”. En contraste a esta opinión, se puede citar lo que el obispo de Ratisbona, Rudolf Voderholzer, dijo en su sermón del 31 de octubre con respecto a este tema:
“La inculturación se da siempre en enganche y ruptura al mismo tiempo. Orígenes, un teólogo de los primeros siglos de la Iglesia, señala en su interpretación de la salida de Israel de Egipto que, si bien los israelitas llevaron consigo las vasijas de oro y las estatuas de su país anfitrión, practicante del culto a los faraones, no las emplearon en ese sentido; sino que las fundieron y las transformaron en utensilios sagrados para la veneración y adoración del Dios de Israel. Él es el Dios de la Alianza con los hombres, y en los Diez Mandamientos les da orientación para una vida grata a Dios. Bonifacio, el Apóstol de Alemania, tampoco adoptó tal cual el culto de los germanos. Bonifacio no danzó alrededor del Roble de Thor -el árbol sagrado de los germánicos-, ni lo abrazó; sino que lo taló y de su madera talló una cruz y una capilla dedicada a San Pedro. ¡Un magnífico ejemplo para la siembra de la novedad del evangelio, en continuidad y discontinuidad con lo precedente! (…) Sin una cierta ruptura con lo pasado, no se puede ganar la novedad de Cristo.”
No podemos, entonces, catalogar la ceremonia en cuestión como una acertada inculturación. Una inculturación se da cuando se integran elementos culturales, una vez que han sido totalmente liberados de cualquier significación pagana que hayan tenido, y no puedan ya hacer tambalear de ninguna manera a los fieles. No se puede permitir que, de una u otra forma, quede alguna posibilidad para los demonios de valerse de tales ídolos para ejercer su influencia sobre las personas.
No obstante, en el caso que estamos tratando, el culto indígena a la Pachamama sigue vivo y de ningún modo está liberado de sus componentes paganos. Aunque en aquellas estatuas quiera verse simplemente un símbolo de fecundidad, los católicos no podríamos rendirles una veneración especial. Por ello, lo acontecido en Roma ha de tomarse con mucha seriedad.
¿Cuáles son las conclusiones que hay que sacar, si se asume que, en el contexto del Sínodo Amazónico, tuvieron lugar actos idolátricos en el Vaticano y en una iglesia de Roma, y, por tanto, se dio una grave violación contra el primer mandamiento?
En primera instancia, independientemente de si hayan sucedido por ignorancia, por ceguera o, en el peor de los casos, con intenciones oscuras, son actos que afectan a la Iglesia Universal en su totalidad, puesto que se dieron en la Sede de la Iglesia Católica y en presencia del Papa.
Hasta el momento presente, lamentablemente el Papa Francisco no se ha pronunciado en contra de estos actos, de los cuales él es el último responsable.
Cuando se da un acto de tal gravedad contra la veneración que Dios merece, es necesario reparar. En ese sentido se han llevado a cabo diversas iniciativas, que abarcaron penitencia de los fieles y exorcismos realizado por sacerdotes.
Monseñor Schneider llega a la conclusión acertada:
“En vista de los requisitos de la adoración auténtica del Único Dios Verdadero, la Santísima Trinidad y Cristo Nuestro Salvador, en virtud de mi ordenación como obispo católico y sucesor de los Apóstoles, y con verdadera fidelidad y amor al Romano Pontífice, el Sucesor de Pedro, y a su tarea de presidir la Cátedra de la verdad (cathedra veritatis), condeno la veneración del símbolo pagano de Pachamama en los Jardines del Vaticano, en la basílica de San Pedro, y en la iglesia romana de Santa María en Traspontina.”
Ha pasado ya un buen tiempo desde aquellos sucesos, pero no se ha escuchado de una disculpa del Papa ni de actos de reparación por parte de la directiva de la Iglesia en Roma. Lamentablemente tampoco se puede contar con que aún sucederá… Esto es incomprensible, porque el acto idolátrico debió haber sido un “abre-ojos” para percatarse de lo que está sucediendo en la Iglesia, hasta su más alta jerarquía. Pero parece estarse proliferando una ceguera generalizada… En el libro de Isaías (45,20) dice claramente:
“No saben nada los que llevan sus ídolos de madera, los que suplican a un dios que no puede salvar.”
Más aún: Hay que caer en cuenta de que ya está actuando aquella “impostura religiosa” anunciada en el Catecismo de la Iglesia Católica (n. 675):
Antes del advenimiento de Cristo, la Iglesia deberá pasar por una prueba final que sacudirá la fe de numerosos creyentes (cf. Lc 18, 8; Mt 24, 12). La persecución que acompaña a su peregrinación sobre la tierra (cf. Lc 21, 12; Jn 15, 19-20) desvelará el «misterio de iniquidad» bajo la forma de una impostura religiosa que proporcionará a los hombres una solución aparente a sus problemas mediante el precio de la apostasía de la verdad. La impostura religiosa suprema es la del Anticristo, es decir, la de un seudo-mesianismo en que el hombre se glorifica a sí mismo colocándose en el lugar de Dios y de su Mesías venido en la carne (cf. 2 Ts 2, 4-12; 1Ts 5, 2-3;2 Jn 7; 1 Jn 2, 18.22).
¡Hay que abrir los ojos y vivir con gran vigilancia en el seguimiento de Cristo! Muchos indicios señalan el advenimiento del Anticristo, o de un Anticristo, que precederá al Retorno del Señor. El espíritu del Anticristo está infiltrándose ya con intensidad en la Iglesia, llevando adelante su obra destructora.
Los cuatro ejemplos que he desarrollado en las últimas publicaciones -a saber, la problemática de Amoris Laetitia, la modificación del Catecismo en relación a la Pena Capital, la Declaración de Abu-Dhabi y el culto a la Pachamama en el Vaticano- son claras evidencias de ese “otro espíritu” que está actuando en la Iglesia.
Lamentablemente tenemos que contar con posteriores sucesos en esta misma dirección. Sin embargo, si permanecemos fieles al Señor, a la Sagrada Escritura y al auténtico Magisterio de la Iglesia, y cultivamos una profunda relación con la Virgen María, saldremos incluso fortalecidos de la actual crisis existencial, y la Iglesia será purificada. Pero debemos estar preparados con sobriedad y contar con que la crisis aún no ha llegado a su fin. El espíritu anticristiano seguirá intentando debilitar a la Iglesia, por lo cual hay que ofrecer decididamente resistencia espiritual.
Jerusalén, 24 de diciembre de 2019
[2] Entrevista: “The World Over” with Raymond Arroyo, 24 de octubre de 2019
[3] Dos hombres retiraron varias figuras de la Pachamama de la iglesia Santa María in Traspontina y las arrojaron al río Tíber. Con una cámara grabaron este momento, y el video se difundió ampliamente a través del internet y las redes sociales. Este acto fue calificado de diversas formas: algunos lo llamaron una purificación del templo, mientras otros lo consideraron un desprecio a los indios del territorio amazónico.