“VENGO PARA DARME A CONOCER”

“Los misioneros han hablado y siguen hablando de Dios en la medida en que ellos mismos me conocen, pero os digo nuevamente que no me conocéis como soy. Por eso vengo para darme a conocer como el Padre de todos los hombres” (Mensaje del Padre a Sor Eugenia Ravasio).

Aquí el Padre expone una de las razones por las que quiere Él mismo darse a conocer a los hombres a través de la Madre Eugenia Ravasio. Evidentemente, la verdadera imagen de nuestro Padre aún no calado suficientemente en las almas de los hombres. El demonio ha logrado que persista una imagen imperfecta, distorsionada y falsa de Dios, incluso en aquellos cristianos que ya siguen al Señor.

Recordemos que, en la tentación a nuestros primeros padres en el Paraíso, la serpiente les transmitió una falsa imagen de Dios, induciendo al hombre a alejarse de Él.

Por ello es tan importante que leamos e interioricemos una y otra vez las palabras del Mensaje del Padre, en las que Él nos declara su amor. También hay numerosos pasajes en la Sagrada Escritura que nos hablan del amor del Padre. Y, por supuesto, el diálogo íntimo con nuestro Señor Jesucristo, en quien está el Padre (Jn 14,10), será particularmente importante para corregir las falsas imágenes que aún podamos tener de Él.

Los padres del desierto, que llevaron una vida de profunda intimidad con el Señor, recomiendan repetir una y otra vez la palabra de Dios, para que cale hondo en el alma. Deberíamos poner en práctica este consejo, si puede ayudarnos a acoger más profundamente el amor de nuestro Padre.

Podríamos, por ejemplo, escoger estas palabras del Profeta Jeremías u otra cita apropiada, moviéndola una y otra vez en nuestro corazón, como lo hizo la Virgen María (cf. Lc 2,19). Así, pueden convertírsenos como en una oración del corazón y penetrar en lo profundo de nuestro ser:

“Con amor eterno te he amado; por eso te sigo con fidelidad” (Jer 31,3).