“RECONOCER A DIOS COMO PADRE” 

“En mi bondad paternal os lo daré todo, siempre y cuando me reconozcáis como vuestro verdadero Padre” (Mensaje del Padre a Sor Eugenia Ravasio).

Nuestro Padre puede y quiere darnos todo; dársenos Él mismo junto con todo lo que necesitamos para nuestra vida natural y sobrenatural; darnos alegría en la vida presente y dicha incesante en la eternidad. Y la condición que nos pone para recibir todo ello es muy fácil pero indispensable: es necesario que lo reconozcamos como nuestro Padre.

En el Mensaje del Padre a Sor Eugenia Ravasio hay un pasaje muy conmovedor. Nuestro Padre Celestial relata la historia de un hombre por el que Él siempre ha luchado, manifestándole su amor de múltiples maneras. Hasta poco antes de su muerte, este hombre no había reconocido todas estas muestras de amor, sino que había vivido de espaldas a Dios.

Sin embargo, poco antes de morir se vuelve a Dios, se arrepiente de su vida de pecado y confiesa: “Te pido perdón y te amo, ¡oh Padre y Salvador mío!”

Nuestro Padre concluye esta historia diciendo: “Yo lo juzgo con el amor de un Padre, tal como me llamó, y ahora está salvado.”

Si reconocemos a Dios como nuestro Padre, penetra en nuestra vida aquella realidad que abre de par en par las puertas de la gracia. Cuando lo invocamos sinceramente con el nombre de “Padre”, Dios se ve reconocido en su Ser y entonces también actúa hacia el hombre como amoroso y divino Padre. De este modo, la persona se gana un “derecho de amor”, por así decir, porque también testifica a Dios como Padre ante la Iglesia entera.

El demonio jamás podría confesar a Dios como amoroso Padre, puesto que conscientemente le dio la espalda y se obstinó así en el mal. El hombre, en cambio, puede aun en su último suspiro invocar a Dios y salvarse. ¡Quiera Dios que muchas más personas lo reconozcan y confiesen como su amantísimo Padre!