“QUE TODOS ME CONOZCAN”

“Puesto que yo deseo, sobre todo, darme a conocer a todos vosotros, para que todos podáis gozar de mi bondad y ternura ya aquí en la tierra, convertíos en apóstoles de aquellos que no me conocen todavía” (Mensaje del Padre a Sor Eugenia Ravasio).

Este es el gran deseo de nuestro Padre Celestial, y Él lo enfatiza aún más al decir que ése es su deseo “sobre todo”. Esta petición suya se dirige “sobre todo” a aquellos que ya han comprendido algo de su amor y viven en él. Por tanto, es una misión que tiene por objeto a todos los hombres, porque nadie está excluido del amor de Dios.

Al hablar de “aquellos que no lo conocen todavía”, ciertamente el Padre se refiere también a los que, aun conociendo la fe, no han entrado todavía en una relación viva con Él. Acojamos su invitación a vivir más profundamente en su bondad y a anunciarla. Entonces podríamos vernos inflamados por el celo que se refleja en las siguientes líneas que nos escribió hace algunos días una mujer de China:

“Querida Lucía, gracias por tus oraciones. Pasé más de un mes con mis padres en China. Visité muy a menudo el hospital en esos días. Recé por ellos. Compartí el Evangelio en privado. Había cinco personas en la misma habitación y al final todos ellos creyeron en Dios. ¡Es la gracia de Dios!”

Aunque no podamos evangelizar de forma directa a las personas, sí que podemos orar intensamente por ellas. Nuestro Padre responderá a nuestras oraciones con una gracia especial.

Estos impulsos diarios sobre Dios Padre tienen la meta de llegar a los corazones de los hombres. Por el momento, están siendo traducidos del alemán al español, al inglés y, por escrito, también al holandés. Quizá se abran caminos para cubrir otros idiomas más. Encomiendo esta intención a la oración de todos aquellos que nos escuchan a diario.