PONER NUESTRA CONFIANZA EN DIOS

“En cuanto a la confianza, basta con conocer nuestra propia debilidad y decirle al Señor que queremos depositar en Él toda nuestra confianza” (San Francisco de Sales).

Una y otra vez se nos invita a exponer ante el Señor nuestras debilidades. No cabe duda de que debemos esforzarnos por superarlas, en la medida en que nos sea posible. Pero experimentaremos repetidas veces que volvemos a caer en ellas.

En lugar de desanimarnos y quedar demasiado decepcionados de nosotros mismos, San Francisco de Sales nos aconseja otro camino: Debemos conocer nuestras debilidades y convertirlas en un puente para fortalecer nuestra confianza en Dios. En efecto, es precisamente la consciencia de nuestras debilidades, que a menudo preferimos esconder, viéndonos tentados a presentar una imagen impecable ante las personas, la que nos remite a Dios. Si lidiamos correctamente con nuestras debilidades, éstas nos invitarán a depositar toda nuestra confianza en Dios.

En su sabiduría, nuestro Padre se vale de nuestras limitaciones, debilidades e incluso pecados, para que nos arrojemos por completo en sus brazos. Nuestro orgullo puede rebelarse contra todo esto, porque no nos gusta ser imperfectos. Pero la sincera constatación de que simplemente no somos tan perfectos como quisiéramos, nos lleva al camino recto que el Padre ha dispuesto para nosotros.

¡Digámosle que queremos poner toda nuestra confianza en Él! De esta manera, nos desprendemos de nosotros mismos y somos capaces de salir del encierro en nosotros mismos, del que no siempre estamos conscientes.

¿Y nuestro Padre? Él se alegrará al vernos acudir a Él. Ciertamente le agradará más que admitamos humildemente nuestras debilidades, depositando en Él nuestra confianza, que si edificamos nuestra seguridad en nuestras propias obras, complaciéndonos en nosotros mismos.