LOS DESIGNIOS DE DIOS

“¡Cuán insondables son sus designios e inescrutables sus caminos!” (Rom 11,33b).

¡Cuántas veces comprendemos apenas más adelante lo que nuestro Padre ha hecho y permitido para nuestro bien!

En efecto, los caminos de Dios no están simplemente expuestos ante nuestros ojos como un libro abierto, en el que podemos leer todo en detalle y encontrarlo minuciosamente trazado. Sin embargo, existe un “plan divino” para cada uno de nosotros.

En su libro “Sí, Padre”, Richard Gräf escribe:

“Aun antes de la Creación del mundo (cf. Jn 17,24), Dios Padre había trazado todo el plan de mi vida, hasta el más fino, pequeño y último detalle. Ni un cabello cae de vuestra cabeza sin que vuestro Padre lo sepa (cf. Mt 10,29-30). Él ha trazado el plan de mi vida con tal dedicación y cuidado, que podría parecer que desde toda la eternidad no se hubiera ocupado sino de mí, para que, asumiendo yo el sitio que me corresponde en el universo, con los talentos que me fueron asignados, su gloria se revelara lo mejor posible.”

Recordemos en este contexto las palabras de San Pablo a los Efesios: “Hechura suya somos: creados en Cristo Jesús para que hagamos las buenas obras, que de antemano dispuso Dios que practicáramos” (Ef 2,10).

El Padre nos permite descubrir su plan para nosotros. Una vez que, por gracia suya, hemos salido del pecado y de la confusión y hemos atravesado la “puerta estrecha” (Mt 7,14), su proyecto puede desplegarse fructíferamente cada día. Los designios de Dios no permanecen totalmente a oscuras para nosotros, sino que siempre podemos descubrir aquel aspecto que sea necesario para el siguiente paso a dar. A veces el Señor nos muestra algo más, para nuestro deleite y responsabilidad.

Lo que se nos permite conocer es tan grande que nos basta para continuar nuestro camino en paz, de la mano de Dios, constatando con gratitud que hemos hallado la pista para hacer realidad lo que el Padre quiere de nosotros. Así, podemos avanzar hacia el futuro con confianza y estar atentos a todo lo que el Padre aún nos permita descubrir.

En este día le preguntamos: “Amado Padre, ¿qué es lo que has proyectado desde toda la eternidad para el día de hoy? Permíteme descubrirlo y realizarlo.”