LA RED DEL CAZADOR

“Él te librará de la red del cazador” (Sal 91,3).

Si no fuera por el auxilio de nuestro Padre, no podríamos escapar de los enemigos de nuestra alma. Están demasiado empeñados en engañarnos y ponernos todo tipo de trampas. ¡Estamos en inferioridad frente a ellos!

Me refiero en particular a los poderes y espíritus del mal, cuya naturaleza es superior a la nuestra. Ellos hacen todo lo posible por aprovecharse de nuestras debilidades, nuestra falta de vigilancia, nuestra ingenuidad e inclinación al mal. Si dependiéramos de nuestras propias fuerzas, la lucha ya estaría perdida de antemano.

Nos sucedería lo que vi un día en un cortometraje: un perro le ladraba a un tigre. El tigre dio un pequeño salto, agarró al perro y lo mató de un solo mordisco. ¡Era una lucha desigual!

Sin embargo, en nuestra vida se hacen realidad las palabras del salmo: el Señor nos rescata de las redes cuando invocamos su Nombre.

“Nuestro auxilio está en el Nombre del Señor, que hizo el cielo y la tierra” (Sal 123,8) –recitamos una y otra vez en el Oficio Divino. La parte que a nosotros nos corresponde en este combate es aferrarnos firmemente al Señor, para que Él nos conceda su Espíritu. En este Espíritu, sabremos identificar las redes y trampas, y nos dejaremos conducir por su mano para sacarnos de ellas. En el Mensaje a la Madre Eugenia, el Padre nos dice estas palabras: “¿Queréis obtener la victoria sobre vuestro enemigo? Invocadme y triunfaréis victoriosamente sobre él.”

No hemos sido colocados en una lucha desigual sin contar con ayuda alguna, ni estamos a merced de los poderes de las tinieblas. ¡Todo lo contrario! Nuestro Padre lo ha dispuesto de otra manera: Él quiere triunfar sobre los orgullosos poderes de las tinieblas a través de la debilidad de nuestra carne (1Cor 1,27b). La soberbia de Satanás no puede resistir ante la humildad de la Virgen; sus sutiles engaños quedan desenmascarados cuando el Espíritu Santo nos ilumina con su luz; las huestes de los demonios fracasan ante el ejército de ángeles que el Señor coloca a nuestro alrededor; el plan de las tinieblas se destroza en la Cruz…

Sea lo que sea que Satanás haga, todo se revertirá en derrota para él si permanecemos en el Señor y bajo la protección de nuestro Padre. Y si, a pesar de todo, sus hijos caen en una trampa, ¡Él los librará de la red del cazador!