La amenaza anticristiana y la resistencia contra ella (IX): Observaciones finales

«¡A todos ellos les agradezco de corazón!»

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Si tenemos presente los cuatro pilares que mencionamos en la meditación de ayer, tendremos un buen punto de partida para resistir a la corriente anticristiana.Recordemos cuáles eran estos cuatro pilares: clara doctrina de la Iglesia, una enseñanza moral sin ambigüedades, auténtica misión y fervor en la lucha por la santidad.

A esto vienen a añadirse ciertas oraciones que no deberían descuidarse y que serán una ayuda: En la medida de las posibilidades, la Liturgia de las Horas y la participación en la Santa Misa, la confesión regular, el rezo diario del Santo Rosario, la oración a San Miguel Arcángel, la práctica de la oración del corazón, la lectura de la Sagrada Escritura y otra literatura espiritual provechosa, la escucha de prédicas, conferencias y retiros, la práctica de las obras de misericordia espirituales y corporales…

Entonces, tenemos a disposición suficientes medios para cultivar en nosotros la fe y consolidarnos en Cristo. Ésta es la parte que nosotros podemos hacer, para cooperar con la gracia y protección que Dios nos concede.

Había prometido que hoy mencionaría nombres de pastores que no se dejaron confundir en medio de la situación actual, y que alzaron su voz para bien de los fieles.

En primera instancia, hay que mencionar a los Cardenales Burke y Brandmüller, dos de los cuatro así llamados “Cardenales de la Dubia”. Los otros dos –Cardenal Meisner y Caffarra– ya fallecieron. Ellos cuatro tienen el mérito de haber alzado su voz cuando reconocieron que, con Amoris Laetitia, se había emprendido un rumbo dudoso, y quisieron clarificar esto con el Papa. Actuaron movidos por la responsabilidad frente a Dios y a la Iglesia. Los dos cardenales que aún viven han vuelto a tomar la palabra una y otra vez, para señalar los desvíos en este Pontificado.

Muy valiosas son las frecuentes intervenciones de Monseñor Athanasius Schneider, de Kazajistán, quien cuenta con el apoyo de su obispo Tomash Peta. Sus aportes, ricos en conocimiento, arrojan luz en medio de las confusiones actuales. En este contexto, recomiendo encarecidamente el nuevo libro de Mons. Athanasius Schneider –“Christus vincit”–, para todos aquellos que busquen una fundamentación teológica sólida para entender mejor la crisis actual.

También le debemos gratitud al Arzobispo Carlo Maria Viganò, por ser testigo frente a lo que anda mal en la Iglesia. Por razones de conciencia, Viganò no pudo seguir callando, pues sabía de muchos acontecimientos corruptos al interior de la Iglesia. Ahora se pronuncia frecuentemente; pero, por motivos de seguridad, vive en un lugar secreto.

También el Cardenal Müller, Prefecto emérito de la Congregación para la Doctrina de la Fe, se ha pronunciado repetidas veces, intentando corregir con su conocimiento teológico lo que iba hacia una dirección equivocada.

Últimamente, nos alegra también escuchar al obispo Joseph Strickland de Tyler (Texas, Estados Unidos), quien habla con claridad.

También los obispos auxiliares Marian Eleganti (Suiza), Andreas Laun (Austria) y Robert Mutsaerts(Holanda) se han pronunciado críticamente respecto a ciertas tendencias y desarrollos.

Tampoco podemos olvidar al Arzobispo Emérito de Riga (Letonia), Mons. Janis Pujats, y al obispo emérito de Marajó (Brasil), Mons. José Luis Azcona, así como a Mons. Héctor Aguer (arzobispo auxiliar de La Plata, Argentina), a Mons. Nicola Bux y otros sacerdotes, que han hablado con claridad. Y ciertamente son más de los que he mencionado.

A todos ellos les agradezco de corazón, en nombre de aquellos fieles que perciben que algo no anda bien en el rumbo emprendido por la Iglesia, y que se alegran de que los pastores no los abandonen y que al menos algunas voces de la jerarquía se alcen y asuman así su responsabilidad.

Para cerrar esta serie de meditaciones sobre el Anticristo, quisiera dirigir algunas palabras a aquellos oyentes que tienen la impresión de que yo estoy contra el Papa o contra la Iglesia, y que nos hacen comentarios en ese sentido…

Aquí debe haber un malentendido… Por supuesto que yo no estoy en contra del ministerio petrino, ni hablo contra la persona del Papa Francisco. Como católico, es natural el amor y el respeto ante los ministros de nuestra Iglesia. Sin embargo, esto no significa que haya que estar de acuerdo en todo con lo que venga de las cabezas de la Iglesia, si uno notare que algo está confuso. Recordemos el pasaje en que San Pablo corrige abiertamente a San Pedro, porque este último no había obedecido al Espíritu Santo (cf. Gal 2,11-14).

También en la historia de la Iglesia, hubo una y otra vez santos que supieron hablar con palabras claras cuando un Papa erraba.

Yo no estoy en contra ni del ministerio ni de la persona del Papa. Si fuese así, estaría rechazando un ministerio instituido por Dios y despreciando a la persona del Papa, hablando mal de él. Pero ni en mis meditaciones ni en mis conferencias se encontrará algo semejante. Yo tampoco hablaría así en un círculo privado ni me permitiría tales pensamientos.

Sin embargo, veo claros errores, que perjudican a la Iglesia y no están en conformidad al camino precedente de los Papas y de la Iglesia. Son estos errores los que señalo objetivamente, así como también la fuerza que está detrás; a saber, la seducción de Lucifer y la manifestación creciente de un espíritu anticristiano. Lamentablemente, el Papa Francisco cae en algunos de estos engaños, los cuales yo tematizo puesto que afectan a cosas esenciales de nuestra fe.

Si el Pastor de la Iglesia ha perdido la orientación en algunos campos importantes, será el amor a la verdad y a la Esposa de Cristo, el que mueva a la voz profética de la Iglesia a elevarse para corregir lo errado. En efecto, este “espíritu profético” vive en la Iglesia y no se limita únicamente a los ministerios. Es esta “obligación de amor” la que me compromete a alzar la voz, así como lo hacen también otros católicos, gracias a Dios.

Si uno considera que todo lo que hace el Papa es directamente inspirado por Dios, incluida la Declaración de Abu-Dhabi y el Culto a la Pachamama en los Jardines Vaticanos y en la Basílica de San Pedro; si uno toma todo cuestionamiento y crítica como si fuese un atentado contra el Papa, entonces uno se escandalizará una y otra vez por mis meditaciones, en las cuales no pasaré por alto sobre los errores.

Quien esté interesado en continuar con esta temática y, sobre todo, se dé cuenta de que hay que contrarrestar conscientemente al espíritu anticristiano, puede escribirme al siguiente correo electrónico: balta-lelija@jemael.net. Entonces, lo incluiré en un grupo en el cual queremos profundizar este tema.

¡Ven, Señor Jesús, Maranathá!