“JESÚS, TE AMO”

Estas habrían sido las últimas palabras del Papa Benedicto XVI antes de morir; tres sencillas palabras que nos permiten echar una profunda mirada en el corazón de este Pontífice, que ahora se encontrará con Dios en toda su gloria.

Sólo el Espíritu Santo puede despertar en el corazón de los hombres este amor a Jesús y hacer que encuentren su hogar en el amor de la Santísima Trinidad. Con estas últimas palabras, el Papa Benedicto demuestra ser un hijo de este amor.

“Jesús, te amo.”

Escuchamos la voz del Padre que exclama: “Este es mi hijo amado, en quien me complazco; escuchadle” (Mt 17,5).

Así como nuestro Padre Celestial ama a su Hijo Unigénito, así todos nosotros estamos llamados a ser hijos de este amor que el Padre nos declaró a los hombres en Jesús:

“En esto se manifestó entre nosotros el amor de Dios; en que Dios envió al mundo a su Hijo único, para que vivamos por medio de él. En esto consiste el amor: no en que hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó y nos envió a su Hijo como víctima de expiación para el perdón de nuestros pecados” (1Jn 4,9-10).

El Papa Benedicto lo entendió y lo vivió. Sus últimas palabras nos son un legado, para que también nosotros –desde ahora y en la hora de nuestra muerte– digamos de todo corazón: “Jesús, te amo”.

Este es el misterio de amor que nos envuelve y en el que ahora el Papa Benedicto podrá entrar a plenitud. Nos alegramos por él y esperamos encontrarnos con él en la eternidad, para adorar juntos a Aquel que es el amor mismo (1Jn 4,8).

¡Descansa en paz!

“Jesús, te amo.”