“ESCUCHADLE”

“Este es mi Hijo amado, en quien me complazco; escuchadle” (Mt 17,5).

Nuestro Padre nos da esta instrucción en el Monte Tabor, durante la Transfiguración de Jesús, dirigiéndose en primera instancia a los 3 discípulos que acompañaron a Jesús en ese momento. Ellos pudieron experimentar la gloriosa Transfiguración del Señor, y sabemos cuán sobrecogido quedó Pedro al ver que aparecieron también Moisés y Elías, los representantes de la Ley y de los Profetas. ¡Qué plenitud! Ciertamente los discípulos apenas podían creer lo que sus ojos estaban viendo.

En este contexto, el Padre Celestial les dio este mandato que siempre seguirá en vigencia, tanto para ellos como para la humanidad entera: “Escuchadle”, escuchad a mi Hijo amado. Estas palabras están en gran consonancia con la instrucción que la Virgen María dio a los sirvientes en las Bodas de Caná: “Haced lo que él os diga” (Jn 2,5).

El Padre Celestial y la Virgen María, Madre de su amado Hijo, nos señalan a Jesús. En Él está toda la sabiduría y la ciencia (cf. Col 2,3). Moisés y Elías prepararon sus caminos, y ahora dan un paso atrás.

El relato de la Transfiguración describe con mucho tino:

“Al oír esto los discípulos cayeron rostro en tierra llenos de miedo. Mas Jesús, acercándose a ellos, los tocó y dijo: «Levantaos, no tengáis miedo.» Ellos alzaron sus ojos y ya no vieron a nadie más que a Jesús solo” (Mt 17,6-8).

Así es como lo dispuso nuestro Padre Celestial: cuando escuchamos a Jesús y hacemos lo que Él nos dice, vivimos en perfecta unión con Él. Cuando otras personas también empiezan a hacerlo, se genera aquella unidad que sólo Dios puede dar y preservar.

“Que todos sean uno, como tú, Padre, en mí y yo en ti” (Jn 17,21), le pide Jesús al Padre en el discurso de despedida.

Todo nos ha sido dado en Jesús. Que el Espíritu Santo nos ilumine especialmente en estos días, para que comprendamos aún más profundamente al Hijo de Dios, le escuchemos con prontitud y ejecutemos con gran fervor lo que Él nos encomienda. De este modo glorificamos al Padre y servimos a los hombres.