“EL HIJO OS DA LIBERTAD”

“Mientras el hombre no viva en la verdad, no podrá gustar la verdadera libertad” (Mensaje del Padre a Sor Eugenia Ravasio).

Sin verdad, no puede haber auténtica libertad. “La verdad os hará libres” –nos dice el Señor en el Evangelio. Sólo el vivir en consonancia con el Padre nos conducirá allí donde habita la verdadera libertad.

Para esta libertad hemos sido creados, de manera que con nuestra voluntad, nuestro corazón y toda nuestra alma asintamos a la verdad –que es Dios mismo– y vivamos en ella.

De aquí se deriva, entonces, la verdadera libertad, cuando asentimos a la verdad que hemos reconocido y nos regimos de acuerdo a ella. Fuera de esta realidad, al hombre siempre le faltará algo. Aquella libertad que buscará a diversos niveles es de carácter secundario y jamás podrá poseer toda la plenitud, porque sólo “si el Hijo os da la libertad, seréis verdaderamente libres” (Jn 8,36).

Recordemos que en el Paraíso el “padre de la mentira” (Jn 8,44) engañó al hombre, haciéndole creer por medio de una mentira que Dios lo estaría privando de algo importante (Gen 3,1). Una mentira que distorsionaba la imagen de nuestro amoroso Padre; una mentira con la que el enemigo del género humano sigue intentando una y otra vez alejar a los hombres de Dios y sacudir la confianza en su amado Padre.

Este espíritu embauca al hombre prometiéndole una libertad que es prácticamente contraria a la verdadera libertad, para así esclavizarlo, porque la mentira y el error terminan conduciendo a la esclavitud.

Pero si el hombre se vuelve sinceramente a su Padre Celestial, Él le enviará un rayo de su luz y le hará experimentar un primer sabor de la verdadera libertad. Si continúa en este camino y empieza a vivir en la verdad, entonces sentirá cada vez más la verdadera libertad y ésta penetrará profundamente en él. En la medida en que el amor y la verdad –es decir, el Señor mismo– rijan su vida, crecerá en él la verdadera libertad, y así podrá recorrer su camino como un hombre a quien el Señor ha liberado.