Rendir cuentas ante Dios

Mt 25,14-30

En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos esta parábola: “Un hombre que se iba al extranjero llamó a sus siervos y les encomendó su hacienda: a uno dio cinco talentos, a otro dos y a otro uno, a cada cual según su capacidad; y se ausentó. Enseguida, el que había recibido cinco talentos se puso a negociar con ellos y ganó otros cinco. Igualmente el que había recibido dos ganó otros dos. En cambio, el que había recibido uno fue, cavó un hoyo en tierra y escondió el dinero de su señor.

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Llamados a la santidad

1Tes 4,1-8

Hermanos: os rogamos y os exhortamos en el Señor Jesús a que os comportéis y agradéis a Dios tal como nosotros os enseñamos, y a que continuéis progresando en ese camino. Sabéis, en efecto, las instrucciones que os dimos de parte del Señor Jesús. Dios quiere vuestra santificación: que os alejéis de la fornicación, que cada uno de vosotros sepa poseer su cuerpo con santidad y honor, y no dominado por la pasión, como hacen los gentiles que no conocen a Dios; que nadie falte a su hermano ni se aproveche de él en este punto, pues el Señor se vengará de todo esto, como ya os dijimos y lo repetimos, pues no nos llamó Dios a la impureza, sino a la santidad. Así pues, el que esto desprecia, no desprecia a un hombre, sino a Dios, que os hace don de su Espíritu Santo.

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La actitud vigilante

Mt 24,42-51

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: “Estad en vela, porque no sabéis en qué día vendrá vuestro Señor. Sabed esto: si el dueño de la casa supiera a qué hora de la noche va a llegar el ladrón, estaría ciertamente velando y no dejaría que se horadase su casa. Por tanto, estad también vosotros preparados, porque a la hora que menos penséis vendrá el Hijo del Hombre. ¿Quién es, pues, el siervo fiel y prudente, a quien el amo puso al frente de la servidumbre, para darles el alimento a la hora debida? Dichoso aquel siervo a quien su amo cuando vuelva encuentre obrando así. 

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Sobre la hipocresía

Mt 23,27-32

En aquel tiempo, habló Jesús diciendo: “¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, pues sois semejantes a sepulcros blanqueados, que por fuera parecen hermosos, pero por dentro están llenos de huesos de muertos y de toda inmundicia! Así sois también vosotros, que por fuera aparecéis justos ante los hombres, pero por dentro estáis llenos de hipocresía y de maldad. ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, porque edificáis los sepulcros de los profetas y adornáis los monumentos de los justos, y decís: ‘Si nosotros hubiéramos vivido en el tiempo de nuestros padres, no habríamos participado con ellos en el asesinato de los profetas’! Diciendo eso atestiguáis contra vosotros mismos, pues confirmáis que sois hijos de los que mataron a los profetas. ¡Colmad también vosotros la medida de vuestros padres!”

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Martirio de San Juan Bautista

Jer 1,17-19 (Lectura correspondiente a la memoria del Martirio de San Juan Bautista)

En aquellos días, recibí esta palabra del Señor: “Cíñete los lomos, ponte en pie y diles lo que yo te mando. No les tengas miedo, que si no, yo te meteré miedo de ellos. Mira; yo te convierto hoy en plaza fuerte, en columna de hierro, en muralla de bronce, frente a todo el país: frente a los reyes y príncipes de Judá, frente a los sacerdotes y la gente del campo. Lucharán contra ti, pero no te podrán, porque yo estoy contigo para librarte.” -Oráculo del Señor.

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Una verdadera conversión

Con gran alegría, nos fijamos hoy en San Agustín; cuya conversión trajo tanta bendición a la Iglesia. Podemos estar seguros de que la oración de su madre, Santa Mónica, y su batallar por él jugaron un papel importante para que Agustín finalmente encontrara el camino hacia Dios. Él mismo dejó por escrita su lucha en sus así llamadas “Confesiones”; un libro que siempre vale la pena leer. Empezó a escribirlo después de que resplandeció sobre él la luz de la fe; después de haber entendido cómo hay que vivir el seguimiento de Cristo.

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La sabiduría de Dios en todo

Rm 11,33-35

¡Qué abismo de riqueza, de sabiduría y de ciencia hay en Dios! ¡Cuán insondables son sus designios e inescrutables sus caminos! En efecto, ¿quién conoció el pensamiento del Señor?; ¿quién fue su consejero?; ¿quién le dio primero, que tenga derecho a la recompensa? Porque todas las cosas provienen de él, y son por él y para él. ¡A él la gloria por los siglos! Amén.

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Una lección de humildad

Mt 23,1-12

En aquel tiempo, Jesús se dirigió a la gente y a sus discípulos, diciéndoles: “En la cátedra de Moisés se han sentado los escribas y los fariseos. Haced, pues, y observad todo lo que os digan, pero no imitéis su conducta, porque dicen y no hacen. Atan cargas pesadas y las echan a las espaldas de la gente, pero ellos ni con el dedo quieren moverlas. Todas sus obras las hacen para ser vistos por los hombres: ensanchan las filacterias y alargan las orlas del manto; les gusta ocupar el primer puesto en los banquetes y los primeros asientos en las sinagogas, que se les salude en las plazas y que la gente les llame ‘Rabbí’.

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El amor de Rut

Rut 1,1.3-6.14b-16.22

En la época en que gobernaban los Jueces, hubo hambre en el país. Un hombre de Belén de Judá se fue a residir, con su mujer y sus dos hijos, a los campos de Moab. Murió Elimélec, el marido de Noemí, y quedó ella con sus dos hijos. Éstos se casaron con mujeres moabitas, llamadas Orfá y Rut. Allí habitaron unos diez años. Murieron también los dos hijos, y la mujer se quedó sola, sin sus dos hijos y sin marido. Al enterarse de que el Señor había atendido a su pueblo dándole pan, Noemí, con sus dos nueras, emprendió el camino de vuelta desde la campiña de Moab. Orfá se despidió de su suegra y volvió a su pueblo, mientras que Rut se quedó con Noemí.

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Reconocidos por el Señor

Jn 1,45-51

En aquel tiempo, Felipe encontró a Natanael y le dijo: “Hemos encontrado a aquel de quien escribió Moisés en la Ley; y también los profetas; es Jesús, el hijo de José, el de Nazaret.” Le respondió Natanael: “¿De Nazaret puede salir algo bueno?” Le dijo Felipe: “Ven y lo verás.” Cuando vio Jesús que se acercaba Natanael, dijo de él: “Ahí tenéis a un israelita de verdad, en quien no hay engaño.”

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