Aspectos sobre la fe

«Yo te lo mando: Vete y no vuelvas a entrar en él.»

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Mc 9,14-29

En aquel tiempo, cuando Jesús y los tres discípulos bajaron de la montaña, al llegar adonde estaban los demás discípulos, vieron mucha gente alrededor, y a unos escribas discutiendo con ellos. Al ver a Jesús, la gente se sorprendió, y corrió a saludarlo. Él les preguntó: “¿De qué discutís?” Uno le contestó: “Maestro, te he traído a mi hijo; tiene un espíritu que no le deja hablar y, cuando lo agarra, lo tira al suelo, echa espumarajos, rechina los dientes y se queda tieso. He pedido a tus discípulos que lo echen, y no han sido capaces.” Él les contestó: “¡Ay, generación incrédula! ¿Hasta cuándo estaré con vosotros? ¿Hasta cuándo habré de soportaros?”

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Perfectos como el Padre del cielo

El sermón de la montaña

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Mt 5,38-48

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: “Habéis oído que se dijo: Ojo por ojo y diente por diente. Pues yo os digo que no resistáis al mal; antes bien, al que te abofetee en la mejilla derecha ofrécele también la otra; al que quiera pleitear contigo para quitarte la túnica déjale también el manto; y al que te obligue a andar una milla,  vete con él dos. A quien te pida da, y no vuelvas la espalda al que desee que le prestes algo.

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Pastores según el corazón de Dios

La Cátedra de Pedro

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1Pe 5,1-4

A los presbíteros que hay entre vosotros, yo -presbítero como ellos y, además, testigo de los padecimientos de Cristo y partícipe de la gloria que va a manifestarse- os exhorto: apacentad la grey de Dios que se os ha confiado, gobernando no a la fuerza, sino de buena gana según Dios; no por mezquino afán de lucro, sino de corazón; no como tiranos sobre la heredad del Señor, sino haciéndoos modelo de la grey. Así, cuando se manifieste el Pastor Supremo, recibiréis la corona de gloria que no se marchita.

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La negación de sí mismo

“El que quiera venirse conmigo, que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga.»

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Mc 8,34–9,1

En aquel tiempo, Jesús llamó a la gente y a sus discípulos, y les dijo: “El que quiera venirse conmigo, que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga. Mirad, el que quiera salvar su vida la perderá; pero el que pierda su vida por mí y por el Evangelio la salvará. Pues ¿de qué le sirve al hombre ganar el mundo entero, si arruina su vida? ¿O qué podrá dar uno para recobrarla?

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Confianza en los caminos de Dios

Pedro le contestó: «Tú eres el Cristo»

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Mc 8,27-33

En aquel tiempo, iba Jesús con sus discípulos hacia los poblados de la región de Cesarea de Filipo, y por el camino hizo esta pregunta a sus discípulos: “¿Quién dice la gente que soy yo?” Ellos le respondieron: “Unos, que Juan el Bautista; otros, que Elías; otros, que uno de los profetas.” Él les preguntó: “Pero vosotros, ¿quién decís que soy yo?” Pedro le contestó: “Tú eres el Cristo.” Entonces les ordenó enérgicamente que a nadie hablaran acerca de él.

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Consejos espirituales

«Que cada uno sea diligente para escuchar y tardo para hablar»

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St 1,19-27

Tened esto presente, hermanos míos queridos: Que cada uno sea diligente para escuchar y tardo para hablar y para la ira, pues la ira del hombre no desemboca en lo que Dios quiere. Por eso, desechad todo tipo de inmundicia y de mal, que tanto abunda, y recibid con docilidad la palabra sembrada en vosotros, que es capaz de salvar vuestras vidas. Poned por obra la palabra y no os contentéis sólo con oírla, engañándoos a vosotros mismos. Si alguno se contenta con oír la palabra sin ponerla por obra, se parece al que contemplaba sus rasgos en un espejo: efectivamente, se contempló, pero en cuanto se dio media vuelta, se olvidó de cómo era.

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Rechazar las tentaciones

El Monte de las Tentaciones: “Dichoso el hombre que soporta la prueba“

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St 1,12-18

 ¡Dichoso el hombre que soporta la prueba!, porque, una vez superada ésta, recibirá la corona de la vida que ha prometido el Señor a los que le aman. Que nadie, cuando sea probado, diga: “Es Dios quien me prueba”, porque Dios ni es probado por el mal ni prueba a nadie. Más bien cada uno es probado, arrastrado y seducido por su propia concupiscencia. Y una vez que la concupiscencia ha concebido, da a luz al pecado; y el pecado, una vez consumado, engendra muerte.

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Resistir a las dudas

Santiago, siervo de Dios y del Señor Jesucristo

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St 1,1-11

Santiago, siervo de Dios y del Señor Jesucristo, saluda a las doce tribus de la Dispersión. Hermanos míos, sentíos realmente dichosos cuando os veáis rodeados por toda clase de pruebas, pues sabéis que la calidad probada de vuestra fe produce paciencia. Pero la paciencia ha de culminar en una obra perfecta, para que seáis perfectos e íntegros, sin que dejéis nada que desear.

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La plenitud de la ley

Jesús: la plenitud de la Ley y los Profetas

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Mt 5,17-37

 En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: “No penséis que he venido a abolir la Ley y los Profetas. No he venido a abolirlos sino a darles cumplimiento. Os aseguro que, mientras duren el cielo y la tierra, no dejará de estar vigente ni una i ni una tilde de la ley hasta que todo suceda. Por tanto, el que no dé importancia a uno de estos mandamientos más pequeños y así lo enseñe a los hombres, será el más pequeño en el Reino de los Cielos; en cambio, el que los observe y los enseñe, ése será grande en el Reino de los Cielos.

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¡Todo procede de Él!

«Proclama mi alma la grandeza del Señor (…), porque ha puesto sus ojos en la humillación de su esclava (…). Él derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes.”

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1Re 12,26-32; 13,33-34

En aquellos días, Jeroboán se puso a pensar: “Ahora podría volver el reino a la casa de David. Si el pueblo continúa subiendo para ofrecer sacrificios en el templo de Yahvé en Jerusalén, el corazón del pueblo se volverá a su señor, a Roboán, rey de Judá, y me matarán.” Tras tomar consejo el rey, fabricó dos becerros de oro, y dijo al pueblo: “Basta ya de subir a Jerusalén. Éste es tu dios, Israel, el que te hizo subir de la tierra de Egipto.”

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