CAUTIVO DEL AMOR

“Padre divino, bondad infinita que se derrama sobre todos los pueblos, ¡que todos los hombres te conozcan, te honren y te amen!” (Antífona del Oficio a Dios Padre).

Cuando la paz de nuestro Padre desciende como rocío sobre la Tierra y penetra en las almas, cuando los hombres empiezan a conocer, honrar y amar a Dios, también se vuelven receptivos a su bondad que se derrama sobre todos los pueblos.

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LA PAZ DE NUESTRO PADRE

“Padre divino, esperanza amorosa de nuestras almas, ¡que todos los hombres te conozcan, te honren y te amen!” (Antífona del Oficio a Dios Padre).

Esta antífona sintetiza el gran deseo que expresa el Padre en el Mensaje a la Madre Eugenia Ravasio. Puede convertírsenos en una súplica incesante a Dios, pidiéndole que conduzca a los hombres a esta decisiva conclusión.

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LA RENOVACIÓN DE LA MENTE

“Debe darse una transformación total, una renovación completa de la mente humana a través del Espíritu Santo” (Palabra interior).

Una vez que nos sentimos seguros del amor de nuestro Padre y recuperamos nuestra libertad en el “océano de su amor”, aun estando conscientes de nuestras limitaciones, debilidades y derrotas, es precisamente este amor el que quiere transformarnos. En efecto, no debemos seguir siendo niños para siempre, sino que hemos de madurar hasta llegar a la edad adulta y convertirnos en cooperadores en el Reino de Dios.

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PASOS PARA AMAR A DIOS CON TODA LA MENTE

“Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma y con toda tu mente” (Mt 22,37).

Si queremos seguir la amorosa invitación de nuestro Padre e intentamos centrar en Él todos nuestros pensamientos, es importante guardar en nuestra memoria las obras y la Palabra de Dios. Cuando meditamos los salmos, por ejemplo, veremos que una y otra vez se alaba y se admira con asombro y gratitud los portentos de Dios. Si interiorizamos ciertos pasajes de los salmos, éstos pueden resonar en nuestro interior como una “oración del corazón”, manteniendo despierta a nuestra alma en el recuerdo del Señor. También debemos convertir en una alabanza a Dios todo lo que nos sucede y vemos a nuestro alrededor.

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LA LUCHA CONTRA LOS MALOS PENSAMIENTOS

“Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma y con toda tu mente” (Mt 22,37).

Otro pasaje de la Escritura nos dice que “los pensamientos tortuosos apartan de Dios” (Sab 1,3).

Para amar al Padre Celestial con toda nuestra mente, correspondiendo así a su amor por nosotros, debemos estar atentos a nuestros pensamientos y no simplemente dejarnos llevar por ellos sin haberlos sometido a una examinación.

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LA LUCHA CONTRA LOS MALOS PENSAMIENTOS 

“Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma’ y con toda tu mente” (Mt 22,37).

Otro pasaje de la Escritura nos dice que “los pensamientos tortuosos apartan de Dios” (Sab 1,3).

Para amar al Padre Celestial con toda nuestra mente, correspondiendo así a su amor por nosotros, debemos estar atentos a nuestros pensamientos y no simplemente dejarnos llevar por ellos sin haberlos sometido a una examinación.

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“YO CONOZCO TU CORAZÓN”

“Yo conozco tu corazón y sé que me amas. A fin de cuentas, esto es lo decisivo, porque el amor todo lo perdona.” (Palabra interior)

Estas palabras del Padre nos recuerdan a aquella frase de oro atribuida a San Agustín: “Ama y haz lo que quieras.”

Conforme a esta máxima, el amor es el criterio definitivo para actuar y, de por sí, conduce a la acción correcta. En consecuencia, nuestra tarea es buscar el verdadero amor, reconocerlo, beber de él y vivir en él.

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LA DEBILIDAD: UN REMEDIO DIVINO 

No te aflijas cuando sientas tu debilidad. Al contrario, alégrate, pues Yo soy tu defensa y tu victoria” (Palabra interior).

Es muy importante que sepamos que nuestro Padre no nos mide de acuerdo a nuestras debilidades. Antes bien, debemos estar conscientes de que su bondad nos acompaña precisamente en aquellos campos en los que nos sentimos débiles. Por supuesto que, en nuestro seguimiento del Señor, debemos trabajar en nuestras debilidades y no podemos simplemente ceder a ellas. Pero, en su sabiduría, nuestro Padre nos deja ciertas debilidades, para que no nos enorgullezcamos y siempre tengamos presente que es Él quien nos da la victoria.

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EL TRIUNFO DEL AMOR

La mansedumbre, que es obra del Espíritu Santo en el alma, puede conquistar más corazones que la dureza” (Palabra interior).

Aquí se hace referencia a un maravilloso fruto del Espíritu Santo en nuestra alma. A través del Espíritu Santo, nuestro Padre edifica su Reino en nuestro corazón. Así lo expresa en el Mensaje a la Madre Eugenia:

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