ADMINISTRAR EL MUNDO CON SANTIDAD Y JUSTICIA

“Con tu Sabiduría formaste al hombre para que (…) administrase el mundo con santidad y justicia y juzgase con rectitud de espíritu” (Sab 9,2a.3).

El Padre no sólo encomendó a nuestro cuidado la Creación irracional; sino también el mundo, que ha de ser modelado por el hombre. Si en lo que respecta a nuestra responsabilidad frente a la Creación el Padre puso énfasis en que la tratáramos con sabiduría, para administrar el mundo menciona como criterio la santidad y la justicia. Aquellas cualidades que nuestro Padre posee a plenitud –la santidad y la justicia–, y que de Él podemos recibir, quiere verlas reflejadas en nosotros a la hora de asumir responsabilidad en el mundo humano.

Aún más que el sabio manejo de la Creación, es necesario modelar el mundo de los hombres, porque aquí se trata de seres creados directamente a imagen de Dios. El mundo de los hombres no está simplemente sometido a las leyes naturales; sino mucho más a la voluntad humana y a sus facultades espirituales .

Cuando nos relacionamos con una persona humana, normalmente tenemos frente a nosotros a un ser muy sensible. Al igual que nosotros, está orientada hacia el amor y la verdad. Por tanto, cualquier arbitrariedad sobre una persona tiene consecuencias mucho más graves que la arbitrariedad sobre la Creación irracional.

La santidad que nos hace capaces de administrar el mundo de los hombres está ligada al amor por aquellos que están llamados a vivir como hijos de nuestro Padre. Éstos merecen ser tratados de la misma forma como nuestro Padre nos trata a nosotros, lo cual nos exige la santidad que nos viene de nuestro Padre. La justicia se relaciona con la verdad, que nos hace capaces de juzgar a la luz de Dios y con rectitud de espíritu la situación dada.

“Justicia y derecho sostienen tu trono” (Sal 88,15).