“A LA LUZ DE TU ROSTRO”

“Dichoso el pueblo que sabe aclamarte: caminará, ¡oh Señor!, a la luz de tu rostro. El Santo de Israel es nuestro rey” (Sal 88,16.19).

Quien aclama al Señor y lo reconoce como Rey, penetra en la realidad establecida y revelada por Dios, porque, efectivamente, el Señor es un rey. Más aún: Él es el verdadero Rey, en quien todo tiene su origen.
“Pilato le dijo: ‘¿Luego tú eres Rey?’. Jesús contestó: ‘Tú lo dices: yo soy Rey. Para esto he nacido y para esto he venido al mundo, para dar testimonio de la verdad; todo el que es de la verdad escucha mi voz’” (Jn 18,37).

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La ayuda del cielo en la evangelización

Hch 8,26-40

En aquellos días, un ángel del Señor habló así a Felipe: “Ponte en marcha hacia el sur, por el camino que baja de Jerusalén a Gaza atravesando la estepa.” Felipe se avió y partió. Por el camino vio a un etíope eunuco, alto funcionario de Candace, reina de los etíopes, que estaba a cargo de todos sus tesoros y que había venido a adorar en Jerusalén.

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