“¿QUÉ PODRÁ HACERME EL HOMBRE?” 

“En Dios, cuya palabra alabo (…), en Dios confío y no temo; ¿qué podrá hacerme un hombre?” (Sal 55,11-12)

En ningún sitio encontraremos verdadera paz y seguridad mientras la palabra de nuestro Padre no se nos convierta en alimento cotidiano. En todas las situaciones que se nos presenten, la Palabra del Señor nos nutrirá. Si nos entregamos sin reservas a nuestro Padre, sabremos aceptar de su mano aun las situaciones difíciles de nuestra vida, de modo que éstas experimentarán una transformación desde dentro. Aunque normalmente tales situaciones son capaces de subyugarnos, no sucederá así si nuestra alma está unida a Dios. Puesto que nuestro Padre es el Señor de toda circunstancia en nuestra existencia, la confianza podrá surgir aun en medio de la espesura que quiere engullirnos.

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Jesús se aparece a María Magdalena

Jn 20,11-18

En aquel tiempo, estaba María junto al sepulcro, fuera, llorando. Mientras lloraba se inclinó hacia el sepulcro y vio dos ángeles de blanco, sentados donde había estado el cuerpo de Jesús, uno a la cabecera y otro a los pies. Le preguntaron: “Mujer, ¿por qué lloras?” Ella les respondió: “Porque se han llevado a mi Señor, y no sé dónde lo han puesto.”

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