REFLEJO DEL AMOR DEL PADRE 

“Yo soy la verdadera fuente de la Ley, y vosotros debéis reflejarla. Puesto que Yo vengo a confirmaros una vez más que es una Ley del amor, vosotros deberíais ser apóstoles que, inflamados por el amor, busquen almas delicadas y suaves, para que Mi Reino de amor se expanda entre todos los hombres” (Mensaje del Padre a Sor Eugenia Ravasio).

El Padre quiere que seamos un reflejo de su amor. De muchas maneras ha de hacerse visible en cada uno de nosotros el amor de Dios. Así como nosotros, los hombres, no nos cansamos de contemplar la belleza de aquello que el Padre ha creado, asimismo –y mucho más aún– nuestro Padre se deleita en nosotros cuando ve su gloria reflejada en nuestro ser, cuando brotan de nuestro interior ríos de agua viva hacia el desierto de este mundo, cuando nos convertimos en portadores del agua de su amor:

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No adorar a la Bestia

Ap 20,1-4.11-15; 21,1-2

Yo, Juan, vi a un ángel que bajaba del cielo, llevando en su mano la llave del abismo y una gran cadena. Dominó al Dragón, la serpiente antigua –que es el diablo y Satanás– y lo encadenó por mil años. Lo arrojó al abismo, lo encerró y selló el lugar. Así no volverá a seducir a las naciones, hasta que se cumplan los mil años. Después tendrá que ser soltado por un poco de tiempo. Luego vi unos tronos.

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UN CONSUELO PARA DIOS 

“Quisiera (…) que puedas dedicar media hora al día para consolarme y amarme” (Mensaje del Padre a Sor Eugenia Ravasio).

La Madre Eugenia, a quien nuestro Padre Celestial dirigió estas palabras, aclara que este deseo del Padre se extiende a todos sus hijos. En efecto, es un gran consuelo para Él que sus hijos se dirijan confiadamente a Él y le dediquen tiempo. El amor necesita este espacio donde se trata de la otra persona, del “tú”; en este caso, de Dios mismo. Recordemos que, conforme al testimonio de los Evangelios, Jesús se retiraba antes del amanecer para estar a solas con su Padre (Mc 1,35). Estos momentos son de inestimable valor: el diálogo íntimo con el Padre, la permanencia con Él…

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La justicia de Dios

Ap 18,1-2.21-23;19,1-3.9a

Después de esto vi bajar del cielo a otro ángel, que tenía gran poder, y la tierra quedó iluminada por su resplandor. Gritó con potente voz: “¡Cayó, cayó la gran Babilonia! Se ha convertido en morada de demonios, en guarida de toda clase de espíritus inmundos, en antro de toda clase de aves inmundas y detestables.”

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GOZAD CON EL SEÑOR

 “Alegraos, justos, y gozad con el Señor, aclamadlo, los de corazón sincero” (Sal 31,11). 

El gozo en el Señor que aquí aclama el salmo ha de inundar a los justos, pues ellos se esfuerzan por hacer la Voluntad de Dios. Es en sí mismo una fuente de alegría conocer a Dios y gustar la sabiduría de sus mandamientos, así como caminar por la senda que el Padre, en su bondad, nos ha preparado.

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Los vencedores

Ap 15,1-4

Luego vi en el cielo otro signo grande y maravilloso: siete ángeles que llevaban siete plagas, las últimas, porque con ellas se consumaba el furor de Dios. Contemplé también una especie de mar de cristal mezclado con fuego, y vi a los que habían triunfado sobre la Bestia, sobre su imagen y sobre la cifra de su nombre.

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“TE ENSEÑARÉ EL CAMINO QUE HAS DE SEGUIR”

 “Te instruiré y te enseñaré el camino que has de seguir, fijaré en ti mis ojos” (Sal 31,8).

Los caminos de nuestro Padre son perfectos y, mientras escuchemos y sigamos sus instrucciones, no nos extraviamos.

¿Podría acaso ser de otra manera? Nuestro Padre, que nos creó y nos redimió, llamándonos a su Reino Eterno, ¿no conducirá a los suyos por el sendero recto? Sería imposible imaginar que no lo hiciera, siendo así que Dios es fiel y nos ama con un amor inefable. Él no traicionaría jamás su amor ni jugaría con nuestros sentimientos. En la Persona de su Hijo, nos abrió el camino seguro para llegar a Él (Jn 14,6). ¿Acaso no nos manifestó su insuperable amor en la Cruz? Cuando los hombres traicionaron su amor, ¿no respondió Él con un amor aún más grande? ¿Acaso no estableció su Iglesia como Maestra para todos los pueblos?

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El tiempo de segar

Ap 14,14-19

 Seguí contemplando la visión. Había una nube blanca, y sentado sobre la nube alguien parecido a un Hijo de hombre, que llevaba en la cabeza una hoz afilada. Luego salió del Santuario otro ángel gritando con voz potente al que estaba sentado en la nube: “Mete tu hoz y siega, porque ha llegado la hora de segar. La mies de la tierra está madura.” leer más

UN RAYO DE PAZ 

“Si alguien me honra y confía en mí, haré descender sobre él un rayo de paz en todas sus adversidades, en todas sus angustias, sufrimientos y aflicciones, sean las que fueren; sobre todo si me invoca y me ama como a su Padre” (Mensaje del Padre a Sor Eugenia Ravasio).

Nuestro Padre sabe muy bien lo que necesitamos en las adversidades. Para alcanzar la paz interior, no siempre es necesario superar todas las dificultades de un momento a otro y que los sufrimientos desaparezcan de inmediato. Lo que es esencial para nosotros es cobrar consciencia de que Dios no nos deja solos, sino que nos da siempre una señal de su presencia, aunque tengamos que hacerlo a través de un acto de fe en contra de nuestros sentimientos.

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